«El que cortésmente enseña el camino a quien se ha extraviado,
hace como el que enciende con su luz la de otro; después de
habérsela encendido, no por eso la suya alumbrará menos»
(Ennio citado por Cicerón en «De Officiis»,Libro I, Cap. XVI)
1. Vida y personalidad
Se llamaba Marco Tulio Cicerón, y gracias a sus dotes innatas y a una esmerada educación, se convirtió en un hombre de estado. Como figura de prestigio, destacaba por mostrar cierta arrogancia y por una voz extensa de timbre agradable. Su ingenio singular, su talento y elocuencia, unido a un patriotismo sin igual, le convierten en un personaje destacado de la Roma clásica, pues no en vano, fue contemporáneo de Julio cesar y Marco Antonio.
Apasionado del estudio, en general, y de la Ciencia, en particular, destacaba por llevar una vida ordenada y sobria. Era amable en el trato, y fiel a sus amigos. Sus únicos defectos: una vanidad y anhelos de gloria que rebasaban lo correcto.
Como buen intelectual estaba convencido de que se podía dirigir a los hombres con la razón y la palabra.
Destacan en Cicerón, tres facetas: como orador (la fama se la debe a sus discursos), como político, y como escritor académico – filosófico ( aunque consideraba sus obras filosóficas, un fruto del ocio, en realidad, este fue su único consuelo). Escritos sobre retórica, filosófia, académicos, y morales. Dentro de éstos últimos, se encuentra su obra «De Officiis» («los Deberes»), en la que se centra este trabajo.
2. «De officiis» (los deberes)
(A) La razón y la palabra
Cicerón explica que el hombre es superior a las bestias pues está iluminado por la razón, por eso, puede conocer las causas y efectos de los acontecimientos, investiga las diferencias y similitudes, enlaza presente pasado y futuro… todo aquello que los seres no pueden hacer sólo con el instinto. Esta razón le da al hombre un sentimiento de unidad hacía los otros hombres, pues comparte con ellos la capacidad de pensar. Sobre esto, dice Cicerón:
«El primer principio común a todo el género humano es la razón y el uso de la palabra o lenguaje. Estas dos facultades nos sirven para aprender, para enseñar, para dar a conocer nuestros pensamientos, para discurrir y para juzgar; ellas unen a los hombres entre sí en una sociedad, por decirlo así, natural.» (Libro I, Cap.XVI)
Es cierto que compartimos la razón. pero también tenemos algo peculiar, de cada uno: diferentes cualidades físicas y psíquicas, e infinidad de temperamentos y costumbres. Cada cual debe elegir el personaje que quiere representar. Hay que reflexionar detenidamente para ver que es lo que nos conviene más, para saber qué queremos ser.
Dice Cicerón:
«Conozca, pues, cada cual su propia manera de ser, y sopese con severa imparcialidad sus buenas y sus malas cualidades, a fin de que no se diga que los actores cómicos tienen más discernimiento que nosotros, pues ellos no se encargan de los papeles de mayor lucimiento, sino de aquellos que saben que se adpta mejor a sus aptitudes.» ( Libro I, Cap. XXXI
(La Ciencia, entonces, debe tener como fin principal el culto de la Virtud, que se fundamenta en la protección de los hombres, y en el mantenimiento del orden y de los derechos de la sociedad.)
Explica Cicerón, que los jovenes son los que tienen mayor dificultad a la hora de elegir, pues no tienen todavía claro su camino. Lo recomendable es que sigan el ejemplo de los hombres sabios que se consagraron a la patria, pues algún día, ellos podrán imitar las virtudes de aquellos que tomaron como modelos.
Entorno a la palabra, explica Cicerón que tiene una importancia extraordinaria en la sociedad, pues su fuerza es todopoderosa. El organo de la palabra es la voz: clara y bien timbrada, debe ser grave y reflesiva en asuntos serios, y liviana en temas frívolos. En nuestra conversación debemos mostrarnos exentos de toda pasión, no mostrar cólera ni mal humor. Si hay que reprimir a alguien, hagámoslo con afabilidad y clemencia. Demostremos serenidad y dominio de nosotros mismos. Y esto en cuanto al lenguaje usado para la conversación, porque cuando se trata de un discurso, sobre todo en los tribunales de justicia, hay que hablar con calor para causar la admiración de los oyentes, pero no usar nunca dicha elocuencia para acusar a un inocente, pues detestable. Así. dice Cicerón: «El deber del juez en todo juicio es no atenerse más que a la verdad» ( Libro II, Cap. XIV)
También es vital, cuidar nuestros gestos, pues de ellos se sacan conclusiones. Por eso, explica Cicerón: «Por la mirada, por la serenidad del semblante, por las arrugas de la frente, por la tristeza o la alegría, por la risa, por la palabra o el silencio, por el tono de voz, más o menos elevado.» ( Libro I, Cap. XLI). A través de todo esto se puede conocer el estado de una persona.
(B) El alma – espíritu
Cuenta Cicerón que la imagen de los objetos que percibimos por los sentidos, la razón la hace pasar al alma para advertirle que debe poner en sus operaciones mayor constancia, regularidad y belleza. Es un modo de decirle a su mente que no es la reina, que por encima de ella, hay algo superior que la rige.
Para Cicerón, la honestidad es una virtud qe contiene a las demás, por eso, el primer libro versa sobre lo honesto. A este respecto, Cicerón explica que los dos móviles del espíritu está en la determinación hacia la honestidad, y hacia la felicidad de la vida. Estas son sus dos grandes aspiraciones.
La verdadera grandeza del alma consiste en menospreciar las cosas externas, los placeres, y dedicarse a la búsqueda del honor y la virtud, que son en el hombre lo único digno de admiración. La otra disposición del alma nos inclina a hacer cosas grandes y eminentemente útiles, difíciles y arriesgadas (Cicerón dedica su segundo libro a lo útil).
El temple del alma se reconoce en dos riquezas: en no aplicar la idea del bien sino a lo honesto y ser siempre dueño de sí mismo, y no titere de las pasiones.
(C) Los deberes versus las virtudes
C1) Los deberes
Cuenta Cicerón que los deberes son algo natural para el hombre, nos dan reglas para llevar una vida ordenada y honesta, y «ser fiel a ellos es un honor».
El estudio y el conocimiento de la verdad, es un deber como filósofos, pero no podemos desatender nuestros asuntos por el estudio pues faltaríamos a nuestro deber. Cicerón es tajante al decir que la virtud siempre consiste en acción. El tiempo libre será el idóneo para entregarnos al estudio. Hay que huir, por tanto, de la excesiva pasión por el estudio, del egoismo y del individualismo, pues estos son algunos de los motivos que hacen que el hombre falte a su deber.
Las obligaciones a elegir son aquellas que proporcionen mayor beneficio a la humanidad. De entre todo, elíjamos siempre lo más honesto.No hay que apartarse nunca del cumplimiento del deber por ventajoso que pudiera parecer: conseguir poder, honores o riquezas de modo fraudulento, es contrario a la virtud.
Dice Cicerón: «No sigo la opinión del vulgo, que cree que no hay mayor bien que reinar. Muy lejos de eso; pesando los motivos en la balanza de la verdad, no veo, por el contrario, nada más funesto que el poder mal adquirido» (Libro III, Cap. XXI)
Entorno a los placeres, Cicerón nos explica que nos cuidemos de ellos pues degradan al hombre. Es un deber despreciarlos o usarlos moderadamente. Unicamente disfrutemos de las distracciones, después de haber cumplido con nuestro deber.
C2) La Justicia: el primer deber ( o la primera virtud)
La Justicia es el primer deber, es la que permite que salga la verdad, y da valor a las demás virtudes. La primera regla de la justicia es no hacer daño a nadie, salvo en defensa propia. Tenemos que saber que nuestra vida no nos pertenece del todo, sino que una parte le corresponde a la patria y a los amigos. En definitiva: los hombres han sido creados para ser útiles los unos a los otros. La base de toda justicia será, por tanto, la lealtad.
Los deberes de Justicia que se centran en el amor a la humanidad, son los que tenemos que buscar preferentemente.
El hombre que práctica la justicia es recompensado al ser admirado por todos, sobre esto, dice Cicerón:
«Esta superioridad del alma inspira una gran admiración, y especialmente la justicia, esa virtud por excelencia, que da su nombre a los hombres de bien, es admirable, muy particularmente a los ojos de la multitud; y no sin razón, pues no puede ser justo el que teme la muerte, el dolor, el destino, la pobreza o el que antepone a la equidad lo contrario.» ( Libro II, Cap. XI)
El pueblo sólo se deja guiar, por aquel, a quien considera más sabio que ellos mismos. Por eso, la justicia y la sabiduría juntas son las que desarrollan la confianza colectiva.
C3) Las virtudes
Cicerón dedica el libro primero de su obra «Los deberes», a lo honesto. Para él, la honestidad es la base del deber, pues comprende tanto el respeto hacia uno mismo como hacia los demás. Lo útil es inseparable de lo honesto (esta es una de las principales ideas de esta obra), si unimos ambas nos estamos acercando a la Virtud, y por consiguiente, a la felicidad.
Así, la honestidad se divide o está constituida por cuatro virtudes fundamentales:
-Prudencia >> es el deber de hallar la verdad. Distingue el bien
del mal.
-Justicia (unida al decoro)
-Fortaleza } para la vida práctica
-Templanza ( y Modestia)
La primera virtud es la Sabiduría, la que define Cicerón como:
«… la ciencia de las cosas divinas y humanas, y abarca las relaciones de los hombres entre sí y para con la divinidad.» ( Libro I, Cap. XLIII)
Él habla de otras virtudes como: el Decoro que es la cualidad que somete la conducta y la palabra a la razón, la que busca la verdad, la reconoce y se atiene a ella, defendiéndola si hiciera falta; Y de la Modestia explica que es el arte de saber colocar en su debido lugar cuanto se hace o se dice. La Modestia reconoce el momento oportuno para realizar ese acto que queremos llevar a cabo.
Cicerón explica qué es la virtud con estas palabras:
» Porque la virtud consiste en tres cosas: la primera, es conocer la verdadera naturaleza de las cosas, sus relaciones, y sus propiedades, y como consecuencia de este conocimiento, el principio de donde procede y cúal es su causa; la segunda, en reprimir esos movimientos ciegos del alma, que los griegos llaman «paté», y someter el apetito que denominan «ormás» a la obediencia de la razón; la tercera, es saber vivir con la máxima moderación y prudencia con las personas con quienes convivimos, a fin de conseguir, con su ayuda e industria, cumplir y colmar todas cuantas necesidades exige nuestra naturaleza; y al mismo tiempo, por medio de ellos, rechazar el mal que se nos quiera hacer, y obtener de quienes intentan perjudicarnos, la satisfacción y el castigo que mediante las leyes nos consientan la humanidad y la justicia.» ( Libro II, Cap. V)
El caracter de las virtudes es no sentir miedo por nada, estar por encima de los acontecimientos humanos, y creer que todo lo que sucede al hombre nunca es superior a sus fuerzas.
Sobre la generosidad, dice, que es una virtud a desarrollar. Cicerón nos anima a «dar a manos llenas», si podemos, a aquellos que no son tan afortunados como nosotros: Y añade que: » La ventaja, pues, de ser rico es poder hacer mucho bien si arruinarse.»
( Libro II, Cap.XVII)
El hombre debe evitar codiciar los bienes ajenos. Sobre esto, dice: «La nobleza de sentimientos, la afabilidad, la justicia y la liberalidad están mucho más concordes con la naturaleza que los deleites, las riquezas y la vida misma, satisfacciones que debemos menospreciar y tener en muy poco, en comparación con el interés público, si tenemos un alma grande y elevada.» ( Libro III, Cap. V)
Despojar a otro de sus bienes repugna más a la naturaleza que la muerte misma. Dice Cicerón: » … cuando el hombre escucha los dictados de la naturaleza, no puede perjudicar a nadie.» ( Libro III, Cap. V)
Sin embargo, hay hombres que no entienden que vivir acorde con la naturaleza es su deber. Sobre esto, Cicerón se pregunta: » ¿ De qué sirve discutir con un ser que no comprende que el violar la ley natural y ofender a los demás despoja al hombre de todo lo que tiene de humano?.» ( Libro III, Cap. V)
Resumiendo, con respecto a las virtudes, Cicerón explica como debe ser la conducta del hombre honrado: » .. el hombre virtuoso es aquel que hace todo el bien que puede y no perjudica a nadie…» ( Libro III. cap. XV)
(D) La amistad
La primera ley del deber es: «hacer por el amigo tanto más cuanto mayor sea la estima que él siente por nosotros». Hay que ser liberales con los amigos, ayudarles siempre que sea posible, pero sin perjudicar a otros, y eligiendo siempre a aquel que tiene mayor derecho moral de nuestros favores.
Sobre la cantidad de amigos que debemos tener, dice Cicerón: » Lo único cierto y lo primordial es que debemos tener amigos leales, que sientan estimación verdadera por nosotros y que se regocijen con nuestros éxitos.» ( Libro II, Cap. VIII)
O dicho de otro modo, pocos amigos pero fieles.
No se debe anteponer a la amistad, los intereses o deseos personales de honores, riquezas o placer… Todo ha de ceder a la amistad salvo la injusticia.
La verdadera amistad estará basada en la lealtad y la confianza, de ahí que los reyes tengan tan pocos amigos, pues están rodeados de personas que no los estiman sinceramente.
(E) Patria y sociedad. Los hombres de Estado
Cicerón posee un elevado concepto del Estado. Por eso, explica que, a veces, aunque la guerra parezca inevitable, la paz si es sincera, siempre es preferible. Las empresas políticas son más hermosas e ilustres que las bélicas. El valor cívico y pacífico, no es inferior a la fuerza militar.
La base del Estado es la Justicia. Ella engrandeció Roma, y la injusticia la llevó a la ruina.
Sobre los hombres de Estado afirma que deben tener sentimientos nobles, sentir menosprecio por las cosas humanas y conservar una calma inalterable. Mantener esta tranquilidad cuesta menos a los filósofos que saben soportar mejor los golpes de la vida, pues su caída es desde menor altura. Aquellos que gobiernan un país, necesitan contar con un alma fuerte y desinteresada.
Hay que gobernar inspirándose en el amor y la virtud, nunca en el miedo y el temor, pues eso trae la destrucción para el país y para el tirano. Uno de los peligros del gobernante es ser temido en lugar de ser amado, así, dice Cicerón. » Para conservar el crédito y la autoridad no hay nada mejor que hacerse amar y nada produce un efecto más contrario que hacerse temer.» ( Libro II, Cap. VII)
Los hombres desean la perdición de aquel que odian. No intentes ser temido, sino respetado por tus valores y por tu moral ejemplar. Añade Cicerón que: » No hay ningún poder, por grande que sea, que pueda ser duradero si está asentado en el miedo.» ( libro II, cap. VII)
Por otro lado, Cicerón destaca que el lazo más fuerte del hombre es el que le une a la Patria: el hombre debe de servir y ser útil a su país. También, el vínculo de sangre constituye uno de los nexos de unión más poderosos de unos hombres con otros.
Los primeros deberes serán, por tanto, para con la Patria y para con nuestros padres, de quienes hemos recibido los mayoes beneficios; después vendrán nuestros hijos, amigos, y restante familia, que lo esperan todo de nosotros.
Una de las principales dificultades para la utilidad social y la convivencia en armonía está en la propia condición del hombre que suele convertirse en su peor enemigo. El hombre que no es útil a los demás ni a su patria, va contra la naturaleza y es enemigo de la propia divinidad. Por eso, explica cicerón: » Pues así como se amputan aquellos miembros del cuerpo humano por los que la sangre y, como si dijéramos, su energía vital ha cesado de circular, porque dañan a las demás, del mismo modo se debe extirpar del organismo social esos monstruos que con forma humana ocultan la ferocidad y crueldad de una bestia salvaje.» ( Libro III, Cap. VI)
(F) Conclusión
Para Cicerón, el hombre al nacer, contrae una serie de deberes con la sociedad y la naturaleza, que están intimamente unidos a la virtud.
Deber y virtud han de ponerse al servicio de lo útil: para el resto de los humanos, y para la Patria. El hombre no vive en sociedad por casualidad, es algo propio de la naturaleza humana, el relacionarse y convivir con otros.
De este modo, los hombres de Estado, los que gobiernan, deben ser un ejemplo de virtud y utilidad para los ciudadanos. Sabiendo que ser un lider no implica tiranía ni temor, sino Honestidad, Justicia y sobre todo, Amor. El Amor entendido como aquello que mantiene unidas las cosas y los seres.
El estudio nos acerca a la Verdad y al Bien, y este conocimiento, esta Sabiduría, es la que nos permite ser felices.
La base del Estado es la convivencia y la comunicación, pues no tiene ningún sentido guardar los conocimietos para nosotros, eso es igual que guardar un montón de semillas en el bolsillo. ¡Ahí nunca brotarán!
El hombre va a realizarse, y a lograr la felicidad, ayudando a otros a comprender y a saber, compartiendo lo que conoce.
Siguiendo estas directrices, y no actuando nunca injustamente, el hombre alcanza esa «Virtud útil» que Cicerón persigue. Aunque eso sí, también tenemos que asumir que, a veces, el cumplimiento de nuestro deber, para con el Estado y para con los hombres, nos pedirá hacer lo que otros no harían.
» No hay estado de la vida que esté exento de deberes.» ( Libro I, Cap. II)
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Principio de una vida individual y social oredenada y con sentido es la idea que el hombre tiene de su propia naturaleza.
La idea noble que sobre la naturaleza humana tiene Cicerón puede ser discutida pero siempre será la realización lograda del ser humano.
¿Cicerón dijo algo sobre "Qué es ser persona"?