Este pequeño estudio está dedicado a todos aquellos que, como Francis Bacon, han visto en la ciencia un camino para entender los enigmas del universo, que se han visto fascinados ante el cielo estrellado, ante el universo de las altas velocidades y las grandes dimensiones, ante el mundo subatómico y las maravillas de la biología.
La herramienta que utiliza la ciencia a la hora de trabajar es el llamado método científico. El primer paso de ese método es tener una gran capacidad de asombro ante los fenómenos de la Naturaleza.
En segundo lugar, el científico, una vez sorprendido por la Naturaleza, ha de imaginar su comportamiento, es decir, lanzar una hipótesis, que es una imagen mental que pretende imitar la ley que rige el fenómeno en estudio.
En tercer lugar, el científico tendrá que comprobar la validez de su hipótesis. Si la hipótesis imaginada es válida, habrá modelado una ley de la Naturaleza; si no lo es, tendrá que imaginar una nueva hipótesis superior a la anterior.
Aquí se debe llamar la atención sobre el hecho de que si hay una ciencia es porque la Naturaleza es ordenada y armónica. Si la Naturaleza fuera arbitraria, nunca podríamos predecir de forma matemática su comportamiento.
Un ejemplo es el de Schrödinger, que, basándose también en consideraciones de tipo estético, observó que por simetría matemática en una ecuación que relacionaba la física cuántica con la teoría de la relatividad basada en una matriz 4 x 4, tenían que existir las antipartículas. Pocos años después fue descubierto el positrón.
Se cuenta que Einstein, cuando empezó a asistir a las clases en la universidad, dijo que le «horrorizaban», que la sistemática de tomar notas y más notas y no pensar, limitándose a copiar lo que el profesor escribía sobre la pizarra, carecía de todo sentido, motivo por el que cambió las horas de clase por estudiar directamente las obras de los grandes científicos, como Kirchoff, Newton o Maxwell. Einstein pudo descubrir y romper los prejuicios de los físicos a principios de siglo, porque tenía una mente fresca y, sobre todo, tenía también tiempo para pensar. De hecho, él decía que no entendía cómo el sistema normal de enseñanza no había acabado con la creatividad por completo, pues para poder crear hacía falta una libertad de pensamiento difícil de conseguir con tan apretados planes de estudio.
Es curioso, pero nos encontramos con una paradoja, pues Einstein, el científico más admirado dentro del mundo de la física, no gustaba de los métodos de enseñanza ortodoxos. Decía que había dos tipos de científicos: el científico mecánico, que usa las ideas cedidas por otros, y el científico artista empírico-lógico, que era capaz de imaginar las leyes de la Naturaleza.
Los límites de la creatividad
El psicólogo Desmond Morris realizó estudios con niños pequeños y descubrió que la capacidad creativa es innata en el ser humano, que a un niño pequeño se le da una hoja de papel y lápices de colores y naturalmente desarrollará su capacidad creativa. Pero que si, por el contrario, estos mismos niños son sometidos a un sistema de recompensa, dejan de crear porque ya todos los dibujos que realizan tienen el fin de agradar.
Si queremos ir un poco mas allá, hay que decir que existe un problema que afecta a la ciencia en sí misma y también a todas las áreas del conocimiento humano: se trata de la especialización y, en consecuencia, la fragmentación en la vida en general y en la ciencia en particular.
El proceso de fragmentación en la ciencia es lo que más amenaza su desarrollo como forma de conocimiento humano. La especialización es necesaria hasta cierto grado, porque para poder profundizar en algún aspecto determinado de la naturaleza es necesario simplificar y aislar el problema. La dificultad viene cuando después de la fragmentación se olvida la búsqueda de nuevas síntesis unificadoras con el resto del conocimiento humano.
A medida que la ciencia avanza, los científicos quedan cada vez en sectores de la realidad más pequeños, que los incapacitan para entender los otros sectores de la realidad. La ciencia, ciertamente, se beneficia de la fragmentación o simplificación de la realidad para poder avanzar, pero necesita de tanto en tanto esfuerzos unificadores que controlen su crecimiento. La fragmentación, fruto del racionalismo cartesiano que amenaza las raíces de la ciencia, también amenaza a todos los ámbitos de la vida.
Quizás haya que comenzar a plantearse que el camino de la ciencia o de la auténtica creatividad, en la actualidad, residiría en conseguir enlazar todos estos distintos aspectos del ser y del conocimiento humanos, dándoles un sentido de conjunto. Sólo un humanismo unificador puede responder en profundidad al problema de la creatividad.
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Estoy organizando un congreso de Filosofía sobre conocimiento y creatividad. Me gustaría saber si en su comunidad hay un experto que trate muy bien este tema.
Gracias por su respuesta.