JULIÁN PLENINGER
La ecosofía es una corriente que, dentro de la ecología y a fines del siglo XX, rebasa la posición antropocéntrica del movimiento ecológico, involucrando su dimensión espiritual y global. Ve también la necesidad de tomar medidas no solo para la protección del medio ambiente, sino para impulsar un cambio profundo de la visión del mundo, que retorne a los principios universales
La ecosofía puede cumplir la función de puente. Dentro de la ecosofía existen muchos puntos de acceso, pero lo decisivo es que en ella no existe ninguna ideología especial o limitada. La ecosofía es un modelo en el cual distintos grupos con ideologías diferentes pueden trabajar conjuntamente por el bien del medio ambiente, y podría llegar a ser la base de una nueva filosofía en el siglo XXI.
Es interesante que la ecosofía haya reconocido que la crisis postmoderna es una crisis de los valores y de las ideologías fracasadas del siglo XX, es decir, de la visión positiva materialista. La ecosofía se encuentra a la búsqueda de una visión del mundo más amplia, más profunda y más global. Para la realización de este trabajo, he tomado como referencia un libro que contiene una recolección de párrafos de los representantes más importantes de la ecosofía o de la ecología profunda, como Arne Naess, Fritjof Capra, Gregory Bateson o Joanna Macy. Ambos términos, ecosofía y ecología profunda serán utilizados como sinónimos.
Los cuatro campos de la ecosofía
El mandala de la ecosofía
Los editores anteponen un mandala que representa cuatro columnas, o campos de la ecosofía, como visión del mundo. Esos cuatro campos son:
I) El campo científico:
Lo cognitivo, es decir, los conocimientos de la ciencia que nos dirigen hacia una nueva visión del mundo: la teoría general de los sistemas, la visión del mundo holística, la teoría de Gea, el principio de la organización propia. Esos conocimientos deben llevar a una comprensión más profunda de las leyes de la vida.
II) El campo emocional:
Este campo se ocupa del desarrollo de un nuevo acceso hacia el mundo, para poder confrontar emocionalmente la crisis global sin tener que reprimirla. Se trata de encontrar la forma de poder transformar la tensión que resulta de la conciencia y del sentir de la crisis global en energías y sentimientos fecundos, que nos dirijan hacia un cambio de estilo de vida y hacia una acción global. La compasión debe ser utilizada como fuente positiva de energía.
III) El campo práctico:
Se encuentran por desarrollar alternativas que posibiliten a la sociedad y al individuo vivir en mejor resonancia con la naturaleza. Se trata de desarrollar un estilo de vida y un sistema de valores duraderos y capaces para el futuro, y no a costa de las generaciones venideras. Es importante también la conexión de todas las iniciativas y organizaciones que se esfuerzan por desarrollos capaces para el futuro, para promover a través de ello el nacimiento de efectos sinergéticos.
IV) El campo espiritual:
Tiene como finalidad el desarrollar de nuevo un acceso vivo hacia la naturaleza, el abrirse a una mística natural y descubrir lo común de lo sagrado. Considerarse a sí mismo como parte de la red de vida, y en razón de ello, desarrollar una responsabilidad más amplia que sea más global, menos antropocéntrica y oportunista.
La frase “el desarrollo del ser ecológico”, que aparece en el centro del mandala, indica el objetivo. La idea del ser ecológico es una de las claves de la ecosofía. A continuación profundizaremos un poco más los campos tratados.
El campo científico
a) El concepto del “ser ecológico”
El concepto del ser ecológico amplía el concepto antropocéntrico del ser a una dimensión ecológica. Gregory Bateson, cibernético y uno de los precursores de la nueva teoría de sistemas, y con ello de la ecosofía, explica que las fronteras entre hombre y naturaleza son de origen artificial.
Como aclaración a la figura expuesta damos las siguientes citas de Bateson:
Define el ser de un individuo no solo por su cuerpo físico, sino a través de las informaciones que un individuo recibe de su entorno. El ser es ampliado a través de ello y se conforma de hombre y entorno. Según la conciencia, cambian las fronteras del individuo.
Del modelo mostrado se deriva un nuevo concepto del espíritu.
Así obtenemos una imagen del espíritu, según la cual este tiene la misma función que un sistema cibernético, es decir, que actúa como unidad total relevante, que asimila la información atravesando las fases de intento y error. Y nosotros sabemos que dentro del espíritu, en el sentido más amplio, se encuentra una jerarquía de subsistemas, cada uno de los cuales podríamos definir individualmente como espíritu… Algo que yo describo como «espíritu», lo enmarco dentro del gran sistema ecológico, el ecosistema. O cuando desplazo los límites del sistema a otro nivel, el espíritu de toda la estructura evolutiva se encuentra inmanente.
La ciencia del siglo XXI tiene que dar todavía un gran paso para concebir la idea del espíritu no como un fenómeno humano, sino como algo que se extiende a toda la naturaleza. Bateson aboga por la superación del pensamiento egocéntrico y por la identificación con el medio ambiente en el que vivimos. El relacionar el nivel intelectual con el nivel del pensar y actuar cotidianos no es fácil, como Bateson observa. Requiere de un camino en el pensar, que debe identificarse con el entorno o bien integrar el medio ambiente en la propia conciencia. Esa conciencia es denominada en la ecosofía como el ser ecológico.
b) La idea del holón
Esta idea, introducida por Arthur Koestler, es una de las más importantes en las discusiones científicas más recientes y es utilizada muchas veces en relación con la ecosofía. Joanna Macy, psicóloga americana y pionera de la ecología profunda, escribe: todos los sistemas vivos, ya sean estos orgánicos, como en el caso de una célula, o superorgánicos, como en el caso de una sociedad, un sistema ecológico, son holones. Esto quiere decir que poseen un tipo de ser dual. Son en sí mismos un todo y al mismo tiempo parte de otro todo superior. El escritor Arthur Koestler acuñó esta idea, tomando como base la palabra griega para «todo», junto con el sufijo «on», el que significa «parte».
Fenómenos vivos aparecen por ello como sistemas dentro de otros sistemas, como campos dentro de otros campos, como un juego de muñecas rusas.
Esta idea muestra que todos los niveles se encuentran conectados entre sí y actúan en conjunto. Una totalidad de holones que actúan en conjunto se llama holonarquía, término muy parecido al de jerarquía, el sentido de un orden más grande. En todo caso, este término indica que los subsistemas particulares actúan como unidades independientes, y a pesar de ello están ligados al orden de la «holonarquía». Por consiguiente, cada holón cumple en forma independiente con el orden de la holonarquía.
c) La teoría de Gea
Lovelock, juntamente con la bióloga molecular Lynn Margulis, investigó los procesos que se desarrollan sobre nuestro planeta, y mostró que estos procesos corresponden más a un organismo vivo capaz de regularse a sí mismo que al producto de la casualidad sobre un planeta muerto. La idea central es «Autopoiese» (regulación propia). Esta idea fue desarrollada por Humberto Maturana y Francisco Varela para la explicación de modelos de organización de sistemas vivos, y esta representa hoy en día para muchos científicos el criterio central de la vida. Dice que un sistema frente al medio ambiente puede regularse a sí mismo; así por ejemplo, puede mantener su temperatura a un mismo nivel, a pesar de los enormes cambios que pueda sufrir la temperatura del entorno. La Tierra también se encuentra en condiciones de mantener la temperatura a un determinado nivel, el porcentaje de sal en las aguas de los mares, la composición de la atmósfera. Estos son solo algunos indicios que pueden ser mencionados a favor de la teoría de Gea. La Tierra, durante su evolución, ha vivido ya muchas veces situaciones dramáticas, logrando siempre alcanzar de nuevo un equilibrio dinámico. Evidentemente, a largo plazo, este cambio no es problemático para Gea, pero sí lo es para la humanidad, que está haciendo desaparecer las condiciones para su propia vida y para la de otros seres vivientes.
La teoría de Gea pone en movimiento un gran proceso de cambio en el pensar, porque concibe la Tierra y todos los seres vivientes que en ella se encuentran como un gran sistema vivo u organismo, y no como sistemas que compiten entre sí, como sustenta la vieja ciencia darwinista y positivista.
Fridjof Capra, un pionero del «nuevo pensar», acuñó, a este respecto, la idea de «red de vida». En su libro Red de vida, un nuevo entendimiento del mundo viviente, ofrece una síntesis del desarrollo que conduce a la ciencia moderna. Muchas de estas investigaciones son la confirmación de una visión global y muestran el nacimiento de una «nueva ciencia». La ciencia del siglo XXI puede ser ya vislumbrada y es un campo de estudios enriquecedor, ya que nos posibilita la construcción de un puente entre las verdaderas enseñanzas esotéricas y los conocimientos actuales; pero quizás lo más importante sea que puede formar los fundamentos para un actuar conjunto y capaz para el futuro con los pioneros de la ciencia.
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