DANIELA SÁNCHEZ
Había una frase del Colegio Hipocrático: Primus non nocere, que quiere decir “lo primero es no perjudicar” que redunda en el mismo sentido que nuestro artículo.
Los hipocráticos sin muchos recursos técnicos, combinaban la experiencia, la observación y la reflexión de los hechos para utilizar una selección estricta de medicamentos que realmente servían y eran eficaces en su época.
Aunque es difícil determinar en forma general el uso adecuado, básicamente consiste en que cada paciente tome en el momento oportuno, durante el tiempo necesario, en la dosis y forma farmacéutica adecuada, el medicamento que más conviene a su situación clínica. Y algunos añaden, al menor costo posible para él y la comunidad.
En este principio de uso adecuado de medicamentos intervienen y al mismo tiempo son responsables el Gobierno, la Administración, la industria farmacéutica, los profesionales sanitarios, los pacientes y la población en general. También es importante el interés de la industria farmacéutica para conseguir mejores resultados.
Un uso abusivo, insuficiente, o incorrecto, puede llevar a resultados contraproducentes para los pacientes. A veces se culpa al medicamento, cuando en realidad la verdadera causa es su uso inadecuado.
La OMS creó un Programa de Acción sobre Medicamentos Esenciales a partir de 1981, para proporcionar apoyo a los diferentes países respecto al desarrollo de políticas farmacéuticas destinadas a lograr este fin. Este programa pretende que todas las personas, donde quiera que estén, puedan obtener medicamentos al menor precio posible, y que estos sean seguros, eficaces y se prescriban y utilicen racionalmente. Incluye recomendaciones y listas de medicamentos revisadas cada dos años, entre otras cosas.
En cada país existen políticas nacionales que tienen la obligación de configurar y adoptar medidas adecuadas para garantizar el derecho a la salud, que es un derecho fundamental de todo ciudadano. Estas medidas incluyen la prevención, prestaciones y servicios necesarios. Una política realista se basa en un análisis de necesidades, recursos, estructura económica del país, etc. Respecto al uso de los medicamentos deben considerarse igualmente otros factores como el almacenamiento, la distribución, la prescripción, el control de calidad y el seguimiento de posibles reacciones adversas del organismo. Estas acciones se expresan en la legislación de cada país y están adaptadas a sus características. También es preciso evitar que la regulación de medicamentos inhiba la capacidad innovadora de los laboratorios, aunque debería asegurar que los medicamentos mantengan altos niveles de calidad, seguridad y eficacia, insistiendo en la formación e información adecuadas, tanto a profesionales sanitarios como a pacientes.
Todos estamos implicados. Para cada uno de nosotros es importante tener conciencia de que nuestra salud es una responsabilidad propia y los medicamentos forman parte de la atención a la salud. Ante una afección deberíamos preguntarnos siempre y en primer lugar acerca de la causa real (que a veces no es física), y si no lo sabemos, preguntar al profesional adecuado.
Cuando sea necesario ingerir una medicación, debemos leer el prospecto o preguntar para qué sirve, cómo tomarlo, cuánto, durante cuánto tiempo o si tiene algún efecto secundario.
Además tenemos el derecho de elegir entre multitud de alternativas terapéuticas, ya que todas son válidas según el uso que hagamos de ellas.
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