El trágico destino de un caballero que, tras múltiples riesgos y desafíos logra su perfección e integridad.

Antigüedad de la gesta de Tristán

Resulta difícil encontrar las raíces de este mito-historia que se hunde en el tiempo, y al que conocemos bien porque se convirtió en una de las tradiciones poéticas más expandidas en la Europa de la Edad Media. Así llegó a inspirar relatos y romances en las Islas Británicas, Francia, Alemania, España, Noruega, Dinamarca e Italia. Son numerosas las versiones literarias (apoyadas unas en otras, ampliadas o diversificadas) que aparecen en los siglos XI, XII y XIII, que se insertan en la tradición caballeresca, cortesana y juglaresca, o bien apuntan a auténticas obras de gran envergadura literaria.

En todas ellas, el destino de un amor trágico parece atrapar la atención, pero el corazón de la historia es la azarosa trayectoria de un caballero que, tras enfrentar todo tipo de riesgos y desafíos, logra demostrar lo esencial de la cuestión: su perfección y su integridad en todos los aspectos, que van desde el combate físico hasta la posesión del amor inmortal.

El culto a la dama de los «Minnesinger», de los trovadores y cantores de gestas caballerescas en general, aquí se expresa simbólicamente como el culto a la propia alma inmortal y a la pureza de los ideales de honor y lealtad.

No faltan relaciones con otros mitos cuya antigüedad es tan difícil de discernir como la del mismo Tristán. Destacaremos dos fundamentales, en los que nos apoyaremos en las comparaciones simbólicas: la saga arturiana y la búsqueda del Grial, y el mito griego de Teseo, que enfrenta al Minotauro gracias al apoyo de Ariadna. Al desarrollar la trama argumental y el significado de sus personajes, iremos remarcando estas similitudes.

Lo cierto es que existe una complejísima y riquísima fusión de elementos históricos, míticos y legendarios, folclóricos regionales e internacionales que dificultan la labor de investigación.

Para algunos, el origen celta es indudable, sobre todo por los elementos mágicos y creencias primitivas que encierra, muy anteriores al siglo XII.

Para otros, la vinculación mitológico-simbólica se entronca con lo astrológico, y así, hay quienes ven en Tristán un personaje lunar, un «dios-luna», mientras que los hay que lo interpretan como el destino del sol.

No faltan quienes se centran exclusivamente en el contenido psicológico del relato, destacando el drama humano que viven sus personajes. Sorprende el hecho de que, en la época en que la literatura lanza esta aventura, no asome ningún sentimiento religioso en los protagonistas, entendiendo por «religioso» que no haya arrepentimiento alguno por su conducta; antes bien, los amantes se sienten inocentes y aun amparados por Dios y por la naturaleza; hay algo extraño en los acontecimientos que sitúa a los protagonistas «más allá del bien y del mal»…

Diversos autores señalan asimismo el posible origen oriental, ya sea de algunos episodios o del conjunto de la obra. Según esta hipótesis, habría sido trasplantada de Oriente a Occidente a través de los árabes de la Península Ibérica.

Por otra parte, están quienes insisten en la repetición reiterada de la leyenda en todo el litoral atlántico europeo, lo que la haría retroceder a un origen atlante, anterior al de los celtas.

Lo que sí se desprende de casi todos los análisis es que, tenga una u otra procedencia, sea una u otra su antigüedad, debió de existir una fuente común y arcaica de inspiración, una leyenda previa con más o menos detalles que sirvió de soporte a todos los romances, con todas sus variantes, que se han compuesto sobre el tema de Tristán.

El argumento

Una síntesis y unión de todas las versiones nos lo permitiría presentar del modo siguiente, que si bien no concuerda en todos los detalles con el conocido drama musical de R. Wagner, sí nos ayudará a apreciar mejor una serie de significados simbólicos. Tristán es un joven príncipe que vive en la corte de su tío, el rey Mark de Cornualles. En un terrible combate vence a Morold de Irlanda, a quien Mark debía pagar anualmente un tributo de cien doncellas; pero, de resultas, Tristán queda incurablemente herido por una flecha envenenada. Abandona la corte y se aleja en una barca sin remos, ni velas, ni timón, sólo en compañía de su lira; así llega prodigiosamente hasta las tierras de Irlanda, donde Isolda la Rubia, experta en artes médicas y mágicas, logra curar su herida. Tristán se presenta bajo el nombre de Tantris, fingiendo su identidad, pero Isolda lo reconoce como el vencedor de Morold, pues compara la melladura de su espada con un fragmento de metal que ella había extraído del cráneo del vencido. Así y todo, llevada por la compasión –y tal vez por una naciente atracción–, atiende al herido.

De regreso a la corte, su tío le encarga a Tristán que le busque a la mujer con la que desea casarse, y de la que sólo posee un cabello rubio que dejó caer una golondrina.

Tristán reconoce que el cabello pertenece a Isolda la Rubia, y a través de admirables hazañas, la conquista para su tío; su principal gesta fue enfrentar y matar a un terrible monstruo-serpiente que devastaba Irlanda e imponía miedo aun en los más esforzados caballeros.

Durante el viaje de Irlanda a Cornualles, la camarera de Isolda cambia de sitio unas pócimas mágicas que llevaba la princesa, y cuando Isolda, ofuscada por su resentimiento, ofrece a Tristán el Licor de la Muerte, ambos beben el Filtro del Amor, con lo cual la pareja queda unida por una pasión invencible.

Se celebran las bodas de Isolda y de Mark, pero la reina y Tristán, entre angustias y torturas, siguen viviendo su ardiente amor, hasta que el rey los descubre. A partir de aquí son varios los desenlaces, según las distintas versiones.

Una de ellas cuenta que un caballero del rey Mark hiere mortalmente a Tristán, quien se retira al palacio que le vio nacer para esperar la muerte… y la llegada de Isolda, que podría salvarlo nuevamente. Isolda llega, en efecto, en una barca, pero es seguida por el rey Mark y sus caballeros. El desenlace es fatal, por cuanto todos mueren y sólo queda Mark como mudo testigo del drama. Tristán e Isolda se despiden de la vida en un canto de amor trascendente que tiene mucho más de glorioso que de doloroso.

En otras versiones, el rey Mark, una vez que descubre a los amantes, los destierra de la corte; ellos irán a vivir solitarios en un bosque (o en una gruta del bosque), hasta que un día Mark los sorprende dormidos, aunque con la espada de Tristán entre ambos como símbolo de inocencia y castidad. Entonces, el rey perdona a su esposa y la lleva consigo, mientras que Tristán es desterrado a Armórica, donde se casa con la hija del duque de la región, Isolda de las Blancas Manos, aunque el recuerdo de su amada le mantiene alejado de su esposa.

Una vez más, Tristán es gravemente herido por defender a un amigo y envía a buscar a la rubia Isolda, la única que podrá curarlo. Para saber si ella viene, la barca enviada en su busca ostentará velas blancas en caso afirmativo, y negras si no consiguen traerla. Cuando la nave aparece en el horizonte, Isolda de las Blancas Manos, arrastrada por los celos, dice a Tristán que las velas son negras. Con esto muere la última esperanza de Tristán y su vida se apaga, mientras que Isolda, al comprobar lo sucedido con su amante, se tiende a su lado y se deja morir a su vez.

El mito de Teseo y el minotauro

Son numerosas las coincidencias con el mito de Teseo y el Minotauro.

Tristán, al igual que Teseo, debe vencer a un monstruo: el gigante Morold, que exigía el tributo de las doncellas, o el dragón que asolaba las tierras de Irlanda. A veces, estos dos episodios se hallan claramente diferenciados, y otras veces ambos personajes, Morold y el dragón, se mezclan en un mismo ser monstruoso.

Siguiendo las huellas de Teseo, Tristán conquista a Iseo, pero no para sí mismo: Teseo entrega a Ariadna a Dionisos, y Tristán entrega a Iseo a su tío el rey Mark.

Hacia el final del relato, una barca con unas velas blancas o negras son significativas del regreso de Teseo (y la muerte de su padre Egeo, en un caso) y de la llegada de Iseo y de la muerte de ambos amantes en el otro caso. Las velas hacen las veces de un estandarte especial; para Wagner, Isolda se acerca con un pabellón en el mástil que es «la alegría luminosa, más luminosa que la luz misma…».

Los argumentos arturianos

Ya en su momento, Wagner había pensado unir los argumentos de Tristán y Parsifal: “(…) tracé el esquema de los tres actos, en los cuales pensaba encerrar la acción del argumento entero de Tristán. En el último acto introduje un episodio que eliminé más tarde: era la visita de Parsifal, errante en demanda del Grial, a Tristán moribundo en su lecho. Tristán, herido de muerte y no acabando de expirar, se identificaba en mi espíritu con el personaje de Amfortas de la novela del Grial”.

Amfortas era el rey guardián del Grial, que había sido herido con una lanza mágica aplicada por un conocido nigromante, herida condenada a no cerrar jamás. Y algo similar ocurre con Tristán, quien por dos, y aun por tres veces, sufre heridas incurables que sólo Isolda puede sanar. El factor mágico, necromántico, es indiscutible: Tristán es herido por Morold y/o por el dragón, e Iseo posee las artes necesarias para hacer retroceder el mal. Tristán herido es Tantris, es la magia negra quien lo toca, e Iseo es la maga que sabe contrarrestar esos efectos malignos. Sumemos a estos aspectos casi atlantes la última curación de Iseo: ya no busca un remedio que retenga la vida física de su amado, sino que ella misma sigue el camino de la muerte como única salvación y transfiguración.

Otra similitud aparece al recordar el encuentro de Mark con los amantes dormidos en la floresta, el bosque (¿o la gruta nirvánica?), con la espada en medio de ambos. El rey Arturo vive parecidas circunstancias cuando encuentra a Ginebra y Lancelot, que habían huido al bosque al no poder ocultar su mutuo amor.

Más aún: en los lais del cancionero galaico-portugués se menciona que Tristán e Iseo viven en un castillo que les ha prestado Lancelot. Luego, Tristán decide tomar parte en la conquista del Grial, acompañado de su arpa y de su escudo verde, a la usanza de los caballeros jóvenes o noveles de entonces. De ahí nombres que se le aplican como «el caballero de la verde espada» o «el caballero del verde escudo».

La muerte de Tristán no se pinta de igual forma según los relatos. Está el episodio de la barca y las velas que hemos apuntado. Está la herida que Tristán recibe, bien del rey Mark, o bien de uno de sus caballeros, cuando es descubierto con Iseo en los jardines del palacio. Y hay más versiones que ofrecen otras variantes, como la del mismo Wagner. Pero es casi siempre Mark el que empuña la espada o la lanza mortal: lanza emponzoñada o espada que había sido expresamente envenenada por Morgana para eliminar al caballero.

La cuestión de los filtros: dejando de lado el habitual argumento del filtro de amor que la reina de Irlanda había preparado para la boda de su hija, y el error que les lleva a beberlo a Tristán e Isolda, pueden plantearse otras posibilidades.

Si a la manera del mito griego de Teseo, Tristán es el símbolo del hombre e Iseo el del alma, es natural que haya unión y amor entre ambos «antes» de beber el filtro. Pero las circunstancias de la vida hacen que el hombre olvide su alma y se separe de ella, negándola o desconociéndola. Entonces el alma reacciona: Iseo piensa que es mejor la muerte que la traición y prefiere que ambos mueran antes que vivir separados: invita a Tristán a beber el falso «Filtro de la Reconciliación», que en realidad es el Filtro de la Muerte. ¿Pero acaso no es la Muerte la única que puede reconciliar al hombre con su alma? Por un error, los filtros se mezclan y ambos beben el del amor: nuevamente unión, reconciliación, pero esta vez en vida y con todas las dificultades que esto conlleva.

Y aquí entramos en los argumentos filosóficos, muchos de ellos de carácter platónico.

Tristán es el hombre crucificado entre el mundo de los sentidos y el mundo del espíritu, entre los placeres y las conquistas terrenales y la visión de la Belleza eterna que sólo puede alcanzar tras la muerte (o dominio) de su personalidad.

Si en ningún momento siente culpa por su amor, sí en cambio la experimenta por su pecado de orgullo, por haber cedido a sus ansias de poder y gloria terrenales, antes de ganar su propia inmortalidad. Y si para ello tiene que entregar su alma, no vacila en dejar que Iseo se case con Mark.

La inmortalidad de Tristán llega con su muerte: la muerte es para él la redención liberadora; allí comienza su renovación, su paso definitivo del mundo del dolor y de las sombras al mundo de la luz y la felicidad. La Muerte es vencida por la Inmortalidad; el canto trovadoresco es reemplazado por el canto a la resurrección; la lira y la rosa del amor se convierten en la espada resplandeciente de la vida y de la muerte. Ha encontrado su Grial.

El tema de las almas gemelas tampoco falta, pues los protagonistas van alcanzando gradualmente una perfección que supera la pasión humana para transformarse en posesión plena y recíproca, en identificación de uno con otro, en transustanciación de uno en otro.

Conclusiones

Muchos son los símbolos que se entrelazan en este relato. El héroe Tristán, expresión de una humanidad joven y heroica, guerrero y músico, y la maga Iseo, que vela constantemente por esta nueva humanidad que representa Tristán, reflejan arcaicos secretos que atañen al hombre: mente y sexo, vida y muerte, amor y guerra.

Tristán arranca su periplo de experiencias desde la inteligencia. Él es un caballero «inteligente» que cosecha glorias en el mundo de la «forma»: vencedor en batallas, todavía no conoce la guerra; galanteador de doncellas, todavía no conoce el amor; cantor y exquisito arpista, es un músico que todavía no conoce la belleza; sensible ante la presencia de Iseo, todavía no posee la sabiduría como para reconocer su propia alma.

Es la muerte la que lo lleva al paso siguiente: la muerte le abre la puerta del amor y la sabiduría. La muerte de su cuerpo lo sitúa ante el misterio de la energía vital, que es la savia del universo y la razón de la inmortalidad. Por la muerte entiende la vida; por la muerte entiende finalmente el amor: su inteligencia se ha convertido en sabiduría. Ahora ha librado la Gran Guerra, la gran batalla que, como aparece en el milenario Bhagavad Gita, enfrenta al hombre con la posesión de su alma, de sí mismo.

En este momento, el músico y el amante se ha transmutado en un ser sabio: ahora conoce el arte y el amor, los aspectos esenciales de la Belleza.

Un paso más, y es el éxtasis de la muerte por amor, el que lo conduce a la visión suprema: lo Bello, que es asimismo lo Bueno y lo Justo.

Ascenso a la verdad

Tristán es el perfecto prototipo que el neoplatónico Plotino nos propone como vía dialéctica de ascenso a la Verdad.

Tristán es el amante y el músico: tiene a su Iseo y su arpa; pero la pasión del mundo convierte su amor en rosa roja de sangre y espinas, y su lira en una espada que hiere de muerte.

Entonces llega al mundo de las ideas: el músico y el amante comprende y ve. Ha navegado por aguas azarosas, protegido por su escudo y por la guía de su alma, hasta llegar al puerto de una nueva forma de vida.

Este es el camino del verdadero músico: de las formas a las ideas, del deseo a la voluntad, del guerrero al Hombre.

Resumiendo el proceso, nada mejor que las palabras de Richard Wagner, describiendo las vivencias del amor que une lo que la ignorancia separa, mostrando a Tristán e Isolda inmersos en la insaciable ola del deseo, ola que, naciendo de la confesión tímida, crece aguzada por el suspiro vacilante, a través de la esperanza, del lamento y del deleite, del goce y del sufrimiento, hasta que, llegando en el paroxismo de su impulso al dolor frenético, encuentra la brecha por donde el corazón se derrama en el océano de las infinitas delicias del Amor… Mas tal embriaguez es en vano. El corazón, impotente para resistir, desfallece de nuevo para consumirse en el deseo inasequible, pues que todo deseo logrado es el germen de otro más ávido, hasta que en el postrer decaimiento alborea en el alma desgarrada el presentimiento del deleite supremo. La delicia de la muerte y del no-ser, la definitiva redención, solo lograda en el maravilloso reino del que más nos alejamos, cuanto más y con más impetuosa fuerza nos obstinamos en penetrarlo… ¿Llamaremos a eso morir? ¿O es más bien aquel oscuro mundo del Misterio del cual surgieron una hiedra y una vid estrechamente entrelazadas sobre la sepultura de Iseo y Tristán, como la leyenda nos cuenta?…

Bibliografía

Wagner mitólogo y ocultista. Mario Roso de Luna.

Tristán e Iseo. C. Grünanger.

Estudio preliminar y traducción de Tristán e Iseo. Alicia Yllera

DELIA STEINBERG GUZMÁN

esmeralda

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