Es tiempo para pensar en nuestra formación, tengamos la edad que tengamos, independientemente de nuestra mayor o menor preparación profesional. La formación es una tarea que debe durar toda la vida, pues siempre podemos aprender algo nuevo, desarrollar habilidades dormidas, canalizar inquietudes o inclinaciones.
La oferta de medios formativos es casi ilimitada, en todos los ámbitos imaginables, y este tiempo otoñal estamos rodeados de las más variadas propuestas. Se impone la necesidad de seleccionar de acuerdo con las prioridades y los objetivos vitales que nos vamos marcando, de tal manera que saber identificar nuestras necesidades de formación precisa una reflexión sobre las metas que nos proponemos alcanzar en la vida, o al menos en este nuevo ciclo que tenemos por delante.
Dedicar tiempo y energías a nuestra formación es el mejor propósito para este otoño que nos invita ya al recogimiento y la meditación. En el fondo se trata de saber más sobre lo necesario, de llegar un poco más lejos en nuestras experiencias vitales, superando impotencias y miedos.
Esta estación, que sabe mostrarnos quizá mejor que las otras el paso del tiempo y la caducidad de las cosas, puede ser la ocasión propicia para emprender una nueva aventura de conocimiento y de búsqueda que nos haga un poco mejores y más libres.
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