La crisis actual por la que pasa la cultura occidental es la crisis de esta idea platónica hecha creencia en la conciencia europea. La naturaleza humana es la razón. Es esto, según María Zambrano, lo que muchos hombres se rebelan a aceptar. Es una civilización basada en la dialéctica, en el sistema, basada también en un gran espíritu ordenador que pretende definir, pretende encasillar y poner en su justo lugar todo lo que nos rodea. El pensamiento identificó el ser con el pensar; hacer añicos esta identificación es el verdadero heroísmo.
La filosofía en cuanto que razón es creer lo que se piensa; la filosofía en cuanto que amor a la sabiduría es pensar lo que se cree.
El «saber desinteresado», el más noble, «hijo del ocio y de lo maravilloso», y también el más divino, la filosofía, vino a desplazar a los saberes todos -sabiduría, inspiración, misterios- del Mundo Mediterráneo.{2}
Ella misma en su libro «España, sueño y verdad», reconstruye una visión muy particular de lo español a partir de algunas de sus más eminentes figuras. Comentando «La ciencia española» de Menéndez Pelayo, nos dice que éste pretende demostrar la existencia de una filosofía y una ciencia española, pero más bien logra convencernos de algo extraño:
…que habiendo habido filósofos no haya existido la filosofía en España.{3}
Parece que una filosofía con orden y concierto no hemos tenido. Una filosofía como la germana no ha sido posible en nuestro país. No significa que no tengamos nada que comunicar, ni que no tengamos pensamientos que ofrecer, sencillamente no hemos construido grandes escuelas filosóficas; nuestros sentires se han mostrado a través de individuos. España no ha tendido a fundar escuelas, las escuelas han venido del septentrión, no del mediodía, del sur.
Para los perseguidores de un pensamiento racional, el sujeto está frente al objeto, el sujeto determina al objeto, tiene vida éste a partir del otro; es fotograma, es método, es dialéctica, es tiempo histórico, es digitalidad. España no ha tenido como base el conocimiento racional. España, con alma poética, nunca ha renunciado a vivir, nunca ha renunciado al misterio o al sacrificio, y nuestros sentires y saberes no pueden ir encajados dentro de un sistema filosófico al uso. Los vemos mejor situados, incluso, en los refranes o en las coplas, en el saber popular. Definen más al pueblo español dichos populares como: «matar el tiempo», «quedarse viendo visiones», «armarse de paciencia» que ningún sistema estructurado de pensamiento; estos dichos son heroicos y correlatos de la tragedia y el sacrificio. Son reflejo del sentir español.
La historia de España no sigue al resto de Occidente; nuestro tiempo no es su tiempo, no sabemos si vamos antes o después o antes y después a la vez. España no tiene y no puede tener sistemas filosóficos, sin suponer esto una privación. España ha expuesto todo su pensamiento, todas sus vivencias, a través de otros géneros literarios, como son la pintura, la novela y -su forma mas vivencial- la poesía. María Zambrano es muy clara al recordarnos este aspecto:
Al no tener pensamiento filosófico sistemático, el pensar se ha vertido dispersamente, ametódicamente, en la novela, en la literatura, en la poesía.{4}
En otro de sus últimos libros refiriéndose a España dice:
La poesía -genéricamente- parece sea su más clara, alada revelación; y la pintura, su más luminoso y oscuro misterio.{5}
España se quedó embebida en la luz, esa luz que metafóricamente tanto se ha tratado posteriormente. España es la auténtica heredera de esa cultura Mediterránea que tanto vivió por la luz y en la luz. Sin temor a ser violentos en nuestra afirmación, creemos que fue la filosofía, como pensamiento puro, la que originó la verdadera tragedia; nos situó en el concepto y con ello perdimos la capacidad del ensueño; toda realidad debe ser ensoñada para ser realidad maravillosa y verdadera.
Ver y ser visto es el camino, ha sido siempre el ansia del ser humano, sentirse mirado sin saber por quién ni cómo. En «Claros del Bosque» podemos leer: «Hay que dormirse arriba en la luz. Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intracorporal de los diversos campos que el hombre terrestre habita; el de la tierra, el del universo, el suyo propio.»{6}
Y es que los que están en su ser no piensan, no necesitan de ello. España no ha pensado, salvo raras excepciones. Los filósofos, como se han entendido en el resto de occidente, se han dado de manera aislada en nuestro país. España ha trasmitido su saber a través de otros medios. Ejemplos claros y que son fuente de inspiración de María Zambrano, son todos nuestros novelistas, poetas y pintores, San Juan de la Cruz, Miguel de Molinos, Calderón, Cervantes, Zurbarán, Machado o Miguel de Unamuno.
Este último en su Del sentimiento trágico de la vida nos anuncia:
Pues abrigo cada vez mas la convicción de que nuestra filosofía, la filosofía española, está líquida y difusa en nuestra vida, en nuestra acción, en nuestra mística y no en sistemas filosóficos.{7}
Por tanto creemos con Zambrano que España no ha tenido filosofía al estilo germano, pues no la ha necesitado; el español sólo es capaz de encontrar el equilibrio y conservar su vida por la poesía, pues:
Si se hace racionalista se encierra, pierde su fluidez y se hace absolutista; reaccionario, enemigo de la esperanza.{8}
Pero, ¿por qué España no ha necesitado filosofía al estilo germano, por ejemplo? Anteriormente hemos mencionado cómo la historia no ha sido la misma para nosotros; mientras Europa y con ella sus filosofías basadas en el absolutismo de la razón, pretendían hacer constantemente renacimientos del hombre, el español siempre pretendió desnacer, seguir la estela del sabio oriental, que está muerto en vida, pues solamente se puede renacer en un tiempo histórico; desnacer es relativo al tiempo originario, a un tiempo unitario, un tiempo sin interrupciones, un tiempo total. Encontrar la quietud es el deseo del poeta, del hombre tocado por la gracia, esa quietud que Zurbarán de manera magistral en sus cuadros reflejó. Quietud que ha sido expresada de manera muy gráfica en el arte del toreo; el profesor Pérez Gago subraya:
… el arte de torear,
que es de profunda cultura:
«citar, templar y mandar»
La quietud no es otra cosa.
Al fondo, la obra de gracia,
germen de toda cultura
y de toda autoridad.{9}
Añoramos el centro donde todo es armonía, anterior a la ruptura. No tenemos angustia, tenemos nostalgia; la angustia se da en el tiempo histórico, la angustia es producto de la filosofía; nosotros tenemos nostalgia de un tiempo originario, pretendemos suspender la pregunta, esa pregunta que creyeron constitutivo de lo humano.
Melancolía y no angustia es lo que late en el fondo de la vida española.{10}
El personaje más simbólico y representante de la vida y el sentir español no fue de carne y hueso, fue una ilusión; Don Quijote de la Mancha, Don Quijote de España pues bien podría haber sido de cualquiera de sus tierras. Don Quijote, ejemplo, héroe, nos dejó toda una estética, toda una lógica, toda una religión, todo un método, toda una epistemología y sobre todo, una esperanza en lo absurdo racional. Siendo vencido, venció. Es su locura su mayor enseñanza, esa locura que en otros tiempos se llamó mal sagrado.
Notas:
{1} M. Zambrano, Filosofía y poesía, FCE, México-Madrid 1987, pág. 52.
{2} M. Zambrano, El hombre y lo divino, Siruela, Madrid 1992, pág. 88.
{3} M. Zambrano, España, sueño y verdad, Siruela, Madrid 1994, pág. 87.
{4} M. Zambrano, España, sueño y verdad, Siruela, Madrid 1994, pág. 58.
{5} M. Zambrano, Algunos lugares de la pintura, Acanto/ Espasa Calpe, Madrid 1989, pág. 91.
{6} M. Zambrano, Claros del bosque, Seix Barral, Barcelona 1977, pág. 39.
{7} Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida, Austral, Espasa Calpe, Madrid 1980, pág. 256.
{8} M. Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, págs. 295-296.
{9} Pérez Gago, op.cit., pág. 145.
{10} M. Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, pág. 340.
Adaptado de «María Zambrano: españolidad / europeismo» de José Ramón Alonso Sarro.
JUAN CARLOS DEL RÍO
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