Lámpsaco, Grecia, c. 340 – 268 a. de C.
Sucedió a Teofrasto en el puesto de director del Liceo, academia fundada por Aristóteles. Ya, su predecesor hizo alarde de extremo ingenio separando completamente el reino vegetal del animal y, sobre todo, viendo que, el fuego, no era un elemento en sí mismo sino que era la reacción de otros elementos que ardían. El fuego no podía existir sin, lo que llamó, un sustrato. Pero Estratón fue más allá en los métodos y recurrió a la experimentación pura. Fue, de hecho, un defensor del mecanicismo en la naturaleza negando la existencia de cualquier divinidad trascendental, algo verdaderamente revolucionario en aquellos tiempos.
Quedan de él los libros siguientes: tres «Del reino»; tres «De la justicia»; tres «De lo bueno»; tres «De los dioses»; tres «Del gobierno»; «De las vidas»; «De la felicidad»; «De la filosofía»; «De la fortaleza»; «Del vacuo»; «Del cielo»; «De la respiración»; «De la naturaleza humana»; «De la generación de los animales»; «Del concúbito»; «Del sueño»; «De los sueños»; «De la vista»; «Del sentido»; «Del deleite»; «De los colores»; «De las enfermedades»; «De los juicios»; «De las fuerzas»; «De las máquinas metálicas»; «Del hambre»; «De la oscuridad»; «Del leve y grave»; «Del entusiasmo»; «Del tiempo»; «Del comer y aumento»; «De los animales dudosos»; «De los animales fabulosos»; «De las causas»; «Solución de ambigüedades»; «Proemios a los tópicos»; «Del accidente; «De la definición»; «De lo más y menos»;» De lo injusto»; «De lo primero y postrero»; «Del primer género»; «Del propio»; «De lo venidero»; «Dos catálogos de inventos»; «Comentarios», bien que se duda de ellos; Cuatrocientas cincuenta cartas, cuya inscripción es: Estratón a Arsínoe, obrar bien, etc.
Fue, pues, Estratón, según arriba se dijo, filósofo digno de ser admirado, versado en toda especie de ciencias, singularmente en la «física», como a más antigua y más estudiada.
Especialmente influyentes en la filosofía alejandrina fueron sus trabajos de medicina y física, aunque también se dedicó a la zoología y la fisiología.
Dícese que era tan delicado y débil, que murió sin sentirlo. De nuestro Estratón, extraemos parte de su testamento:
«Esta es mi disposición testamentaria por si algo me aconteciese. Cuanto tengo en casa lo dejo a Lampirión y Arcesilao. Del dinero que tengo en Atenas curarán primero mis ejecutores de lo perteneciente a mi entierro y de lo que a él se sigue por ley, no haciendo nada de superfluo ni escaso. Ejecutores del testamento serán Olímpico, Arístides, Mnesígenes, Hipócrates, Epícrates, Górgulo, Diocles, Licón y Atenes. Dejo la escuela a Licón, por razón que los demás unos son viejos y otros están ocupados; todos los cuales harán bien ratificándolo y aprobándolo. Déjole también todos mis libros, excepto los que yo he compuesto ».
Extraído de Vida de filósofos ilustres
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