Córdoba, 994 – Manta Lisham, 1064
Hijo de un dignatario de la corte califal de los Omeya, vivió en su juventud la agitación de las guerras civiles que en los primeros decenios del siglo XI derribaron la dinastía de los califas cordobeses. En el curso de aquellos años de perturbaciones, y en medio de las alternancias de la fortuna y la desventura (fue durante pocos meses visir de uno de los últimos efímeros Omeya, y antes y después prisionero y fugitivo), se formó su carácter áspero y batallador sobre un fondo de aguda pasión sentimental e intelectual distintivo de su obra científica y literaria.
A los veintiocho años compuso El collar de la paloma, en la fortaleza de Játiva y en un intervalo de la lucha política. Todo el resto de su vasta producción teológica, jurídica, histórica y polémica, en cambio, pertenece a los años de su errante destierro, período en el cual, proscrito de su ciudad natal por motivos políticos y religiosos (era ferviente partidario de una escuela jurídico-teológica heterodoxa, la zahirita, adversaria de la que predominaba en España, la malikita), vagó por las cortes de los príncipes musulmanes de la Península; conocemos su estancia en Almería, Talavera y Mallorca, y su retiro, en los últimos años, a un territorio de sus antepasados, Manta Lisham, cerca de la actual Casa Montija, donde murió.
Un juicio sobre la imponente personalidad humana y científica de Ibn Hazm no puede basarse exclusivamente en su librito juvenil acerca del amor, por más que ya en éste puedan vislumbrarse algunos aspectos de su carácter nada fácil. Elemento dominante es la pasión, ya en las relaciones afectivas de amistad y amor o en las ideas políticas, teológicas y jurídicas en cuyo favor libró sus más duras batallas. Poseedor de un agudo espíritu crítico, manifestado en su exposición polémica del cristianismo y del judaísmo, así como en la de las sectas heterodoxas musulmanas, mantuvo con tenacidad fanática las bases dogmáticas y metódicas de su escuela, con lo cual se atrajo profundos odios dentro del mismo Islam andaluz y condenó su obra de científico y escritor a una escasa fortuna.
Hasta los tiempos modernos, desaparecidos ya los motivos de aversión e impopularidad que perjudicaron su fama, este rudo temperamento de atleta medieval no se ha revelado en toda su grandeza. El valor de su importante tratado critico sobre las religiones, primero en su género de la Edad Media, ha sido justamente apreciado; además, se han publicado, y siguen apareciendo poco a poco. otras obras de nuestro autor sobre ética, historia y erudición, y se ha procurado hacer resaltar de una manera total, e incluso desproporcionada quizá, el bello y pequeño tratado erotológico al cual se debe en gran parte la actual celebridad de Ibn Hazm, o sea lo que bajo ciertos aspectos podríamos denominar la Vita Nuova de este gran pensador del Occidente musulmán, quien por algunos rasgos de su carácter y de su biografía, aun cuando no por su genio poético, nos recuerda la figura de Dante.
Extraído de Biografias y Vidas
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