Ciencia

Los ciclos matemáticos de la historia

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Historia y ciencia

El debate sobre si la Historia ha de ser considerada como una ciencia o si es un saber más cercano a las ciencias sociales, siempre ha estado presente en la historiografía. Ya Aristóteles, dice Jacques Le Goff1, había expulsado a la historia del conjunto de las ciencias precisamente porque se ocupa de lo particular, que no es objeto de ninguna ciencia. Cada hecho histórico acaece sólo una vez y no volverá a producirse.

La historia como saber autónomo encontró sus raíces en el método histórico-crítico, que surgido en Alemania a finales del siglo XVIII y basado en el método filológico, abarcó no solo el ámbito político, sino también el jurídico, cultural, económico, etc. En ese momento se incorporan a la investigación histórica las nuevas fuentes de conocimiento: paleografía, diplomática, cronología, geografía histórica o numismática.

El esfuerzo de los historiadores se centró en disponer de unas fuentes y un método de análisis que diese veracidad al hecho histórico, que lo sustrajese de toda interpretación subjetiva. Langlois y Seignobos2 establecieron que la historia se hace con documentos y esos documentos son los vestigios de cuanto pensaron e hicieron nuestros antepasados. La idea de que el nacimiento de la historia estuviera vinculado con el de la escritura llevaba a privilegiar el documento escrito3.

Pero los documentos por si solos no explican toda la historia, que presenta una gran complejidad y no todo queda registrado en documentos, así que habría que valorar otras fuentes de información para narrar una historia total. Dice Lucien Febvre4, fundador de la Escuela de los Annales5: “La historia se hace, no cabe duda, con documentos escritos. Cuando los hay. Pero, si no existen, se puede y se debe hacer sin documentos escritos. Por medio de todo cuanto el ingenio del historiador le permita usar para fabricar su miel, a falta de las flores habitualmente usadas. Con palabras. Con signos. Con paisajes y con ladrillos. Con formas de campos y malas hierbas. Con eclipses lunares y colleras. Con investigaciones sobre piedras, realizadas por geólogos, y con análisis de espadas metálicas realizadas por químicos. En una palabra, con todo lo que siendo propio del hombre depende de él, le sirve, lo expresa, significa su presencia, su actividad, sus gustos y sus modos de ser hombre”. Es decir, el historiador debe tratar de desentrañar el hecho histórico con todos los medios a su alcance, la investigación histórica ha de ser multidisciplinar, incluso sin despreciar aquellos elementos que son intangibles como el tiempo, los ciclos o el progreso.

Oswald Spengler, en su obra La decadencia de occidente6, abre un poco más la visión del hecho histórico, se pregunta si este tiene cualidades que permitan comprender la historia y sacar conclusiones, dotándola de una regularidad, de un sentido: “¿Hay una lógica de la historia? ¿Hay más allá de los hechos singulares, que son contingentes e imprevisibles, una estructura de la humanidad histórica, por decirlo así, metafísica, que sea en lo esencial independiente de las manifestaciones político-espirituales tan patentes y de todos conocidas? ¿Una estructura que es, en rigor, la generadora de esa otra menos profunda? ¿No ocurre que los grandes monumentos de la historia universal se presentan siempre ante la pupila inteligente con una configuración que permite deducir ciertas conclusiones?”. Esa lógica o esa regularidad es la que muchos autores han tratado de descubrir. Los ritmos o ciclos de la historia se han dejado principalmente en manos de la Filosofía de la Historia, que se ocupa de darle un sentido global o particular a la historia, una finalidad o un propósito, una linealidad, ciclicidad, progresividad o en negar tal sentido.

La crisis historiográfica de finales del siglo XX, tras la caída del Muro de Berlín, supuso una situación de desconcierto en esta materia. Se asume que la historia es una ciencia con sujeto, es decir, la intervención del historiador en la interpretación del hecho histórico es insalvable, por lo que la subjetividad tiene que ser valorada en la ecuación.

En la actualidad la historiografía se encuentra en un momento de incertidumbre, sin tendencias claras. Unas suponen un retorno al positivismo, a Von Ranke y la experiencia del archivo, también hay una visión posmoderna, una teoría del desencanto y el fin de la historia, en la que, por ejemplo, Francis Fukuyama7 plantea la Historia como una lucha de ideologías que ha terminado, con un mundo basado en la democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la Guerra Fría. Otra tendencia, más equilibrada, reconoce los aportes a la historiografía del positivismo, la Escuela de los Annales y el marxismo histórico.

A pesar de ello, y con la finalidad de buscar una teoría unificada de la Historia, algunos investigadores han comenzado a aplicar los métodos de la ciencia al proceso histórico. ¿Sería posible encontrar regularidades en la historia, ritmos o ciclos expresables mediante la matemática?

Cliodinámica: historia como ciencia

En la mitología griega, Clío es la musa de la historia y de la poesía épica. Se la suele representar como una muchacha coronada con laureles, llevando una trompeta en la mano derecha y un libro de Tucídides en la izquierda.

La Cliodinámica8 es un enfoque interdisciplinario que utiliza la modelación matemática en los procesos histórico sociales, la teoría de la historia, la macrosociología histórica, la creación y el análisis de bases de datos históricos, las investigaciones sobre la evolución social, la demografía histórica, etc. El término fue propuesto por Peter Turchin9. Según él la cliodinámica surgió de la cliometría, una metodología de análisis que utiliza de manera sistemática la teoría económica, la estadística y la econometría para el estudio de la Historia económica. Peter Turchin publicó un primer ensayo en la revista Nature10 llamado “Arise ‘clidodynamics’”, donde planteaba las bases de esta nueva disciplina. “Más que reformar la profesión de historiador, quizás necesitemos una disciplina completamente nueva. Podemos llamarla ‘Cliodinámica’, por Clio, la musa de la historia, y dinámica, el estudio de procesos que varían temporalmente y la búsqueda de mecanismos causales. Dejemos a la historia el enfoque de lo particular. La Cliodinámica, mientras tanto, desarrollará teorías unificadas y se comprobarán con los datos generados por la historia, la arqueología y disciplinas unificadas como la numismática”.

Dice Turchin: “Los imperios crecen y caen, las poblaciones y las economías crecen y se rompen, las religiones mundiales se difunden o se marchitan … ¿Cuáles son los mecanismos subyacentes a estos procesos dinámicos en la historia? ¿Hay ‘leyes de la historia’? Enfoques matemáticos, como modelar procesos históricos con ecuaciones diferenciales o simulaciones, o sofisticados enfoques estadísticos para el análisis de datos, son ingredientes clave en el programa de investigación de la Cliodinámica. Pero, en última instancia, el objetivo es descubrir principios generales que expliquen el funcionamiento y la dinámica de las sociedades históricas reales”11. Una premisa básica de la cliodinámica es que las sociedades históricas pueden ser estudiadas con los mismos métodos que físicos y biólogos usan para estudiar los sistemas naturales. Los investigadores comenzaron con una teoría general, que ha sido trasladada a modelos matemáticos. Como resultado de esa formalización, han obtenido un conjunto específico de predicciones cuantitativas sobre un conjunto de variables demográficas, económicas, sociales y políticas12.

Turchin13 se pregunta si es posible hacer esto, ya que las sociedades humanas son extremadamente complejas. Además, los mecanismos que están bajo las dinámicas sociales varían con los períodos históricos y la región geográfica. La Francia Medieval es claramente diferente de la Galia de época romana, y ambos fueron muy diferentes de la antigua China. Demasiado desorden para conseguir una teoría unificada. Pero, si este argumento fuera correcto, plantea el autor, no se encontrarían regularidades empíricas como la que han encontrado en sus estudios.

Recientes investigaciones14 muestran que las sociedades agrarias experimentaron periodos de inestabilidad de un siglo de duración cada dos o tres siglos. A estas oleadas de inestabilidad le siguieron periodos de crecimiento sostenido de la población. Por ejemplo, en Europa occidental, el rápido crecimiento de la población durante el siglo XIII fue seguido por la crisis medieval tardía, comprendiendo la guerra de los Cien Años en Francia, las Guerras Husitas en el Sacro Imperio Germano, y la guerra de las Dos Rosas en Inglaterra. Esas oscilaciones entre crecimiento de la población e inestabilidad han sido denominadas “ciclos seculares”.

Dadas las limitaciones de los datos históricos, se necesita un método que determine una estadística determinante significativa, un patrón. Turchin, junto a sus colegas Sergey Nefedov y Andrey Korotayev, recopilaron datos cuantitativos de población (en relación con la capacidad de carga del espacio geográfico), estructura social (específicamente, los números y niveles de consumo de las élites), fortaleza del estado (medido por su salud fiscal) e inestabilidad sociopolítica de algunas sociedades históricas. Aplicando la metodología de los ciclos seculares en la edad media y tiempos modernos de Inglaterra, Francia, el Imperio Romano y Rusia, encontraron que el número de eventos de inestabilidad por década es varias veces superior cuando la población está disminuyendo que cuando la población está incrementándose. El mismo patrón fue detectado para ocho dinastías que unificaron China, desde los Han a los Quing, y para Egipto, desde el periodo Helenístico al periodo Otomano15.

Peter Turchin no solo investiga el pasado sino que centra su estudio en el presente y trata de descubrir esos mismos patrones en el mundo actual. En su conferencia «A History of the Near Future: What history tells us about our Age of Discord”, pronunciada en la Universidad de Utrecht (Holanda) dijo que: “… las turbulencias sociales y políticas en los Estados Unidos y en un número de países de Europa se han incrementado en los últimos años. Su investigación, que combina el análisis de datos históricos con las herramientas de la ciencia de la complejidad, ha identificado las fuerzas estructurales profundas que trabajan para socavar la estabilidad social y la resistencia a los choques internos y externos”.

Figura 2: Relación entre ciclos de bienestar/baja desigualdad e inmigración/alta desigualdad en países y su relación con conflictos bélicos. Fuente: http://peterturchin.com/talk-slides

Los investigadores, además del «ciclo secular», identificaron un ciclo de 50 años al que han denominado «ciclo de padres a hijos«. Dice Turchin y Nefedov en “Secular cycles”16: “Volviendo ahora a los factores endógenos, observamos que los modelos demográficos estructurales estándar predicen una inestabilidad sociopolítica continua y un declive numérico gradual de la clase dominante. Sin embargo, en realidad, la inestabilidad aumenta y disminuye en olas, intercaladas con períodos relativamente pacíficos en medio. Esta es una situación general durante las fases de desintegración de muchos ciclos seculares y se ha denominado el ciclo de «padres a hijos». En este ciclo, el padre responde violentamente a una injusticia social percibida; el hijo vive con el legado del conflicto resultante y no participa en el mismo; La tercera generación retoma las acciones violentas. Turchin compara este ciclo con un incendio forestal que se enciende y se apaga, hasta que se acumula una cantidad suficiente de maleza y se reinicia el ciclo.

Figura 3: Ciclos de violencia en Estados Unidos según los estudios de Peter Turchin. Fuente: cliodinamics.info

En la figura 3 se recoge un estudio de los ciclos de violencia en Estados Unidos. El gráfico muestra el número de eventos por 5 años (eje de ordenadas) para varios tipos de violencia: disturbios, linchamientos, terrorismo y una gráfica que reúne todos los tipos juntos. La gráfica de tiempo (eje de abscisas) comienza en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1776-83) y finaliza en torno a 2020. En ese periodo, según los datos recopilados y el patrón del ciclo de padres a hijos, hay un pico de violencia no registrado, el de 1820. Posteriormente se producen tres picos destacables de violencia. En 1870 se produjeron choques raciales y tensiones políticas, con un punto álgido durante la Guerra Civil. En 1920 se produjeron disturbios entre los trabajadores y el sentimiento anticomunista surgido después de la Primera Guerra Mundial. En el entorno de 1970, las revueltas del movimiento por los derechos civiles, los cambios sociales y la oposición a la Guerra de Vietnam, marcó la década de 1960. Según Turchin, en 2020 los Estados Unidos se vería sacudido de nuevo por algún tipo de violencia interna, fruto de la acumulación de tensiones descrita.

A pesar del esfuerzo de los investigadores de la cliodinámica, la historia cuantitativa tiene sus detractores; no solo aquellos que piensan que la complejidad de la historia impide reducir su valoración a unas variables cuestionadas por la debilidad de los datos manejados, sino que cuestionan el método mismo. El historiador económico estadounidense David S. Landes (1972) advirtió sobre el fetichismo del número y la cuantificación: «Las cifras, en resumidas cuentas, no son más que datos. Son, entre otras cosas, una ayuda para contrastar hipótesis y para dar contenido exacto a un análisis. Pero no son un sucedáneo del análisis; no pueden decirnos lo que no les preguntamos; y no constituyen una expresión autónoma y nítida de ningún tipo de realidad objetiva»17.

Nuevas fronteras para la Historia

Un sencillo repaso a la historiografía nos muestra que los historiadores de cada tiempo creyeron manejar métodos y formas de investigar la historia mejores que los anteriores. Se ha convertido casi en una competición en la que el nuevo participante busca los errores del método anterior para sustituirlo por el suyo. Quizás todos los métodos, desde la historia narrativa, el método histórico- crítico, la búsqueda de la objetividad científica, los ciclos de Spengler, el largo plazo de Annales, la historia cuantitativa o la cliodinámica, sean necesarios para comprender la historia del ser humano. Pero la cuestión a plantear es ¿para qué? Si conocer la historia supone una mera curiosidad, saber que ocurrió sin más, sin obtener una mínima enseñanza de esa investigación, algo que pueda ser útil al ser humano, no solo para comprender el pasado sino para plantear nuestro futuro, no estaremos haciendo honor a la calificación que Cicerón hace de la historia como “testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la antigüedad”18.

El estudio de la historia necesita nuevas fronteras, integrar todas las perspectivas de estudio, desde la cultura material a la filosofía de la historia y buscar la experiencia acumulada de los seres humanos en el trascurso del tiempo. Como dice la profesora Delia Steinberg Guzmán, “Lo más probable es que la historia se repita, dentro de unos límites, retornando a la esencia de los hechos más que a los acontecimientos en sí mismos. Y a ese retorno debemos sumarle, aunque desgraciadamente en pequeña medida, las experiencias acumuladas a lo largo del tiempo”19.

José Morales

 

Notas

  1. Le Goff, J. and Vasallo, M. (1995). Pensar la historia. Barcelona (España): Altaya.
  2. Charles V. Langlois /Charles Seignobos. Francisco Sevillano Calero (Ed.). (2003). Introducción a los estudios históricos – Publicaciones Universidad de Alicante.
  3. Le Goff, J. and Vasallo, M. (1995). Pensar la historia. Barcelona (España): Altaya. (p.104)
  4. Febvre, L. (2017). Combates por la historia. Barcelona: Ariel.
  5. La Escuela de los Annales es una corriente historiográfica fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch en 1929, con la fundación de una revista llamada Annales d’Histoire Économique et Sociale. Rechazan tanto el positivismo, la historia cuantitativa o la historia centrada en hechos políticos, o la visión del historiador recolector de datos sin pretensión de buscar leyes históricas. Proponen un perspectiva más panorámica de las civilizaciones y procesos desde el punto de vista de su larga duración o la historia total.
  6. Spengler, O. (1966). La decadencia de occidente. Tomo I. Traducción del alemán de Manuel G. Morente. Madrid: Espasa – Calpe, S. A.
  7. Fukuyama, F. (1992). El fin de la historia y el último hombre (2nd ed.). Barcelona: Planeta.
  8. Cliodynamics: History as Science – Peter Turchin. (2019). Retrieved 30 December 2019, from http://peterturchin.com/cliodynamics
  9. Peter Turchin se formó como biólogo teórico, pero durante los últimos veinte años ha estado trabajando en el campo de las ciencias sociales históricas. Es profesor en la Universidad de Connecticut, Profesor externo en el Complexity Science Hub-Vienna, e Investigador Asociado en la School of Anthropology en la Universidad de Oxford. Ha dirigido investigaciones. Realiza investigaciones sobre la evolución cultural y la dinámica histórica de las sociedades pasadas y presentes. Es autor de siete libros, incluyendo War and Peace and War (2005), Secular Cycles (2009), y más recientemente Ultrasociety (2016) y Ages of Discord (2016). http://peterturchin.com/about
  10. Turchin, P. (2008). Arise ‘cliodynamics’. Nature, 454, 34.
  11. Cliodynamics: History as Science – Peter Turchin. (2019). Retrieved 31 December 2019, from http://peterturchin.com/cliodynamics
  12. Turchin, P., & Nefedov, S. (2009). Secular cycles. Princeton, N.J.: Princeton University Press. p.312. 13 Ibíd., p. 34.
  13. Turchin, P., & Nefedov, S. (2009). Secular cycles. Princeton, N.J.: Princeton University Press. 16 Ibíd., p. 79.
  14. Fischer, D.H. The Great Wave: Price Revolutions and the Rhythm of History (Oxford Univ. Press, 1996)
  15. Turchin, P., & Nefedov, S. (2009). Secular cycles. Princeton, N.J.: Princeton University Press. 16 Ibíd., p. 79.
  16. Ibíd., p. 79.
  17. Moradiellos Garcia, E. (2001). Las caras de Clío (p. 135). Madrid (España): Siglo XXI de España editores, S.A.
  18. Cicerón, M. (1943). Diálogos del orador (p. 97). Traducción de Menéndez y Pelayo. Buenos Aires: Emecé Editores S.A.
  19. ¿La historia se repite? – Biblioteca de Nueva Acrópolis. (2020). Retrieved 5 January 2020, from https://biblioteca.acropolis.org/la-historia-se-repite

 

BIBLIOGRAFÍA

  • Charles V. Langlois / Charles Seignobos. Francisco Sevillano Calero (Ed.). (2003). Introducción a los estudios históricos. Publicaciones Universidad de Alicante.
  • Febvre, L. (2017). Combates por la historia. Barcelona: Ariel.
  • Fischer, D.H. The Great Wave: Price Revolutions and the Rhythm of History (Oxford Univ. Press, 1996)
  • Fukuyama, F. (1992). El fin de la historia y el último hombre (2nd ed.). Barcelona: Planeta.
  • Le Goff, J. and Vasallo, M. (1995). Pensar la historia. Barcelona (España): Altaya.
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  • Spengler, O. (1966). La decadencia de occidente. Tomo I. Traducción del alemán de Manuel G. Morente. Madrid: Espasa – Calpe, S. A.
  • Turchin, P. (2008). Arise ‘cliodynamics’. Nature, 454, 34.
  • Turchin, P., & Nefedov, S. (2009). Secular cycles. Princeton, N.J.: Princeton University Press.
Ana Albo

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