Valladolid, 1911-Madrid, 1985

Antonio TovarFilólogo y lingüista español. Estudió derecho en la Universidad María Cristina de El Escorial y filosofía y letras en la de Valladolid. Una temprana afición a las lenguas latina y griega le llevó resueltamente a la filología clásica. Su formación como filólogo se inició en el Centro de Estudios Históricos (1933-35) y prosiguió en París, con E. Benveniste, y en Berlín, con J. Pokorny. Hallándose en Berlín le sorprendió la Guerra Civil. En el curso de ésta fue jefe de los Servicios de Radiodifusión del gobierno de Burgos, y a su término, ya en Madrid, director general de Enseñanzas Técnicas y subsecretario de Prensa y Propaganda. Pronto, sin embargo, abandonó la vida política y se consagró íntegramente a la actividad universitaria y científica. Enseñó latín en la Universidad de Salamanca (1942-63), griego en la de Buenos Aires (1948-49), lingüística en la de Tucumán (1958-59), filología clásica en Urbana, Illinois (1960-61), latín en la de Madrid (1965) y lingüística comparada en la de Tubinga (desde 1967 hasta su jubilación). Entre 1951 y 1956 fue rector de la Universidad de Salamanca. Tan pronto como llegó a la cátedra de Salamanca, elevó y actualizó la enseñanza de las lenguas clásicas, promovió la formación de investigadores, luego profesores excelentes, inició la edición de revistas científicas (Minos, Zephyrus) y contribuyó decisivamente a la publicación de revistas estudiantiles (Trabajos y Días, Lazarillo). Durante su época de rector creó la Sección de Lenguas Modernas y organizó la espléndida conmemoración del VII Centenario de la Universidad de Salamanca. Cesó de modo voluntario en el rectorado, tras las revueltas estudiantiles madrileñas de 1956.

El nervio del trabajo científico de Antonio Tovar fue, como antes se ha dicho, la filología clásica. Merecen especial mención,entre sus monografías, la Gramática histórica latina (1946), Vida de Sócrates (1947; ediciones ulteriores y traducción al francés) y Un libro sobre Platón (1956). Vida de Sócrates presenta, más que al pensador que estudian las historias de la filosofía, al ateniense que vive con genial hondura y genial ironía -y al fin, con su muerte, con genial entereza- el drama del hombre griego que advierte lúcidamente lo que significan el racionalismo de la filosofía jónica y el pragmatismo de la sofística, y no quiere renunciar a cuanto en la religión tradicional,tan viva todavía en Píndaro y en Sófocles, podía ser fontanal y vivificador. Menos ambicioso, pero animado por el mismo espíritu, Un libro sobre Platón expone de manera a un tiempo sencilla y rigurosa el curso vital del gran filósofo, los grandes temas de su pensamiento y las razones por las cuales ha sido el platonismo una de las constantes de la cultura occidental. Pero la devoción por Sócrates y Platón, vistos y entendidos como Tovar los vio y entendió, no le impidió valorar la magnitud intelectual, hoy tan estimada, del último de los filósofos presocráticos, el insigne Demócrito de Abdera. Así lo demuestra el amplio estudio que le dedicó.

La amplitud y la valía de la obra de Antonio Tovar como estudioso de la Antigüedad grecolatina no pueden dar idea suficiente de su obra total como filólogo y lingüista. No hubo ante él, en su inquieta vida de profesor itinerante, una realidad lingüística que no suscitara su interés y su dedicación: el vascuence, el ibérico, el celta, las lenguas precolombinas de América del Sur, el gótico, el antiguo eslavo. Tanto más si a esa enumeración se añade la copiosa serie de artículos de crítica literaria -parcialmente recogidos en los volúmenes Ensayos y peregrinaciones (1960), Tendido de sol I (1968), Tendido de sol II (1969) y El telar de Penélope (1971)- que a lo largo de su vida publicó. Como vascólogo, Tovar fue uno de los pioneros en el estudio del euskera según las exigencias y los métodos de la lingüística actual, y como estudioso de las primitivas lenguas de España y Portugal contribuyó de modo eminente a la tarea de interpretar lingüística e históricamente

Extraído de Biografias y Vidas