La influencia del agua en la vida de nuestro planeta es profunda y determinante.
La Tierra es singular entre los planetas de nuestro sistema solar, principalmente debido a sus enormes océanos de agua. Si han aparecido formas de vida en otras partes del universo, es improbable que se parezcan a las de la Tierra, a menos que su origen sea también un lugar en el que haya grandes cantidades de agua líquida disponible.
La molécula de agua (H2O) está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Tiene una geometría casi tetraédrica debido a la forma de los orbitales externos del oxígeno, que forman un tetraedro (orbitales híbridos sp3). No obstante, dos de estos cuatro orbitales contienen un electrón procedente del oxígeno y otro del hidrógeno, que se comparten, mientras que los otros dos contienen dos electrones, sin compartir, aportados por el oxígeno.
La molécula de agua es, pues, un dipolo cuya carga negativa se encuentra sobre el átomo de oxígeno, mientras que la positiva está sobre los átomos de hidrógeno. Esto posibilita que uno de los pares de electrones sin compartir de una molécula de oxígeno atraiga a un átomo de hidrógeno (con densidad de carga positiva) de una molécula distinta, formando un enlace que se denomina “enlace de hidrógeno” o “puente de hidrógeno”. La capacidad de formarse y de romperse de los enlaces de hidrógeno dota a las moléculas de agua de la flexibilidad requerida para que se produzca el flujo rápido de información que tiene lugar en los seres vivos. Por ejemplo, el alto grado de cohesión interna del agua líquida, debido a los puentes de hidrógeno, es aprovechado por las plantas como el medio adecuado para transportar nutrientes disueltos desde las raíces a las hojas durante el proceso de la transpiración.
El agua en buenas condiciones es la mejor medicina preventiva. Según la Organización Mundial de la Salud, cada día mueren más de 300.000 personas en todo el mundo a causa de enfermedades hídricas. Además, en los países pobres del tercer mundo, el 80% de las enfermedades se deben a la carencia de agua o a la contaminación de esta.
La capacidad que tiene el agua para acumular información en forma de energía le permite almacenar diversos tipos de esta: cósmica, sonora, luminosa, eléctrica, magnética, cinética…
De esta forma, se obtienen diversas aguas terapéuticas, como el agua activada, magnetizada, mesmerizada, irradiada cósmicamente, energizada, solarizada, sonorizada.
Estas aguas presentan notables efectos terapéuticos para numerosas enfermedades, por lo que se utilizan en muchos hospitales, lo que es una muestra de su eficacia. Varios investigadores han adquirido un gran prestigio en este terreno, como Meter Gross, Felicísimo Ramos, Jacques Benveniste, Johan Granders y Feydoon Batmanghelidj, entre otros.
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