Existen muy pocos datos fidedignos sobre Pitágoras de Samos, aunque sí que abundan referencias en autores, a veces muy posteriores, de carácter casi legendario o mítico. Platón, en La república, hace una interesante cita sobre el “modo de vida pitagórico”, señalando que “sus discípulos, conservando aún hoy su norma de vida, se distinguían, de alguna manera, de entre los demás hombres”.

Cuenta la tradición que Pitágoras había sido hijo del propio Apolo, de donde provendría su naturaleza extraordinaria. En todo caso, sus padres “terrestres” serían Mnarco y Pites, y su vida se desarrolló entre el 570 y el 480 a.C.

Como casi todos los sabios antiguos, realizó muchos viajes, destacando una larga estancia en Egipto, y probablemente también estuvo en Persia e incluso en India. A su regreso a Grecia abandonó Samos, desplazándose a Crotona, en la Magna Grecia, donde fundó su escuela. Esta tuvo un éxito enorme, atrayendo a numerosos discípulos, no solo hombres, sino también mujeres, y constituyéndose como el auténtico modelo de “escuela de filosofía” en cuanto núcleo de discípulos que se reúnen en torno a un maestro y siguen un modelo de vida conformado por un conjunto de normas morales y políticas.

Constituían, de hecho, una suerte de hermandad o fraternidad de corte aristocrático, en el sentido moral de los mejores en cuanto a virtud, con unas estrictas normas de comportamiento y de silencio. La influencia y prestigio que iban alcanzando suscitó numerosos rencores y enemigos y, finalmente, fueron atacados y destruida la escuela, siendo asesinados muchos de sus miembros. El propio Pitágoras logró huir terminando sus días en la cercana Metaponto. No obstante, la escuela pitagórica sobrevivió en otras ciudades influyendo poderosamente en el pensamiento de los siglos posteriores, experimentando un renovado vigor el neopitagorismo en el siglo I a.C.

Enseñanzas 

Se atribuye a Pitágoras el origen de los términos “filosofía” y “filósofo”. Cicerón recoge la anécdota de cuando, estando de visita en Fliunte, al conversar con su gobernante este le llamó “sabio”, pero Pitágoras le respondió que era “filósofo”. Al desconocer el gobernante el significado de esta palabra, le aclaró: “filósofos son aquellos hombres que no vienen de otra vida a servir a la gloria o a las riquezas, sino que teniendo a todas las demás cosas en nada, examinan cuidadosamente la naturaleza de las cosas”.

Uno de las enseñanzas fundamentales era la relativa a la inmortalidad y transmigración (reencarnación) de las almas. De ahí se seguía la necesidad de purificación en la vida cotidiana, en la que todas las acciones debían tener un alto sentido moral, pues en el proceso de las transmigraciones según hayamos actuado en esta existencia así será la siguiente. Es decir, las almas vuelven al mundo en circunstancias correspondientes a las acciones pasadas. Consideraban que el alma era prisionera del cuerpo, mortal y perecedero, y al ser inmortal, participaba de la misma naturaleza de los dioses. Así, el alma sería un fragmento de la realidad divina engarzado en la materia mortal.

Como consecuencia de ese común origen divino y de los largos ciclos de transmigraciones, derivaban la idea del parentesco entre todos los seres vivos y, particularmente, la necesidad de la fraternidad entre todos los hombres. Así, fueron los pitagóricos los primeros entre los griegos que hablaron de la comunidad de bienes y la renuncia de los propias fortunas en aras a la felicidad común.

En el aspecto matemático, por el que quizás es más conocido Pitágoras, planteaban que los números y las figuras geométricas son entes, son ideas, y tienen existencia propia. Lo primero sería la Idea, lo que Platón llamaría arquetipo; esta se concreta u objetiva en un Número, que es un ente; y este, a su vez, se plasma en una figura geométrica, que ya empieza a ser más presencia que esencia, es decir, es ya algo más material o, al menos, visible. Cuando muchas figuras se reúnen, forman cuerpos. . Pitágoras estableció así una relación entre aritmética y geometría. El uno se corresponde con el punto central de un círculo; el dos, con el diámetro del círculo; el tres, con el triángulo y el tetraedro; el cuatro, con el cuadrado y el cubo, etc. El diez sería el número clave, pues se obtiene por la suma de los cuatro primeros, y significa el comienzo de un nuevo ciclo numérico.

MIGUEL ARTOLA

m.angel

Ver comentarios

  • Hola, en qué escrito es la cita de Cicerón sobre Pitágoras?
    Gracias.

    • Las palabras de Cicerón son de "Cuestiones Tusculanas", Libro V. Es un resumen del texto original que dice:

      "¿Quién negará que la sabiduría no solo en realidad es antigua, sino también por su nombre? Que por el conocimiento de las cosas divinas y humanas, y por el de los principios y las causas de todas las cosas, conseguía este bellísimo nombre entre los antiguos. Y así, los siete considerados y llamados por los griegos sophói, sabios por nosotros, y muchos siglos antes Licurgo, de cuyo contemporáneo, Homero, se dice incluso que fue anterior a la fundación de esta ciudad de Roma, y ya en los tiempos heroicos Ulises y Néstor, hemos oído que fueron sabios y que fueron considerados tales. Y ni se diría de Atlas que sostiene el cielo, ni de Prometeo que está encadenado al Cáucaso, ni que está convertido en estrella, de Cefeo, con su mujer, yerno e hija, si un divino conocimiento de las cosas celestes no hubiera trasmitido sus nombres al extravío de la fábula. Pues bien, a imitación y continuación de estos, todos los que ponían sus afanes en la contemplación de las cosas eran considerados y llamados sabios, y este su nombre duró hasta el tiempo de Pitágoras, quien, como escribe un oyente de Platón, el póntico Heráclides, varón docto entre los que más, refieren que estuvo en Fliunte y con León, príncipe de los fliasios, trató docta y disertamente algunas cuestiones; y como León se hubiera quedado admirado de su talento y elocuencia, le preguntó de qué arte hacía principalmente profesión, a lo que Pitágoras respondió que, arte, él no sabía ninguno, sino que era filósofo. Admirado León de la novedad del nombre, le preguntó quiénes eran, pues, los filósofos y qué diferencia había entre ellos y los demás; y Pitágoras respondió que le parecían cosa semejante la vida del hombre y la feria que se celebraba con toda la pompa de los juegos ante el concurso de la Grecia entera; pues igual que allí unos aspiraban con la destreza de sus cuerpos a la gloria y nombre de una corona, otros eran atraídos por el lucro y el deseo de comprar y vender, pero había una clase, y precisamente la formada en mayor proporción de hombres libres, que no buscaba ni el aplauso, ni el lucro, sino que acudían por ver y observaban con afán lo que se hacía y de qué modo, también nosotros, como para concurrir a una feria desde una ciudad, así habríamos partido para esta vida desde otra vida y naturaleza, los unos para servir a la gloria, los otros al dinero, habiendo unos pocos que, teniendo todo lo demás por nada, consideraban con afán la naturaleza de las cosas, los cuales se llamaban afanosos de sabiduría, esto es, filósofos; e igual que allí lo más propio del hombre libre era ser espectador sin adquirir nada para sí, del mismo modo en la vida supera con mucho a todos los demás afanes la contemplación y el conocimiento de las cosas."

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