Valores humanos

La marea blanca… de la solidaridad

En este gozne del tiempo, que cierra un año y abre el siguiente, nos ilumina la hazaña de los esfuerzos solidarios de miles de ciudadanos, inasequibles a ese sentimiento de impotencia que uno experimenta ante la magnitud de los desastres.

Una vez más, el equilibrio de la vida natural se ha visto amenazado por la codicia y la insensatez humanas, y se ha puesto en evidencia la fragilidad de la belleza y el peligro que acecha a tantos rincones que habitamos, y a la inmensidad azul del mar.

En medio de los infortunios suele haber ocasión para que salgan a relucir valores que, de otra manera, permanecen ocultos en la normalidad de la carencia de acontecimientos destacados y no cabe duda que la generosa disposición de tanta gente para ofrecer su tiempo y su energía, para una lucha tan desigual, tiene algo de épico. Si viviésemos en una época más entusiasta, alguien cantaría sus nobles hechos, para ejemplo de la multitud adocenada, que solo es capaz de mirar, asombrarse y temer.

En todos los rincones del país se organizan grupos de voluntarios, dispuestos a cruzar la península, de sur a Norte, de Este a Oeste, para dedicar las horas disponibles a sumarse a esa guerra espantosa contra las mareas negras y viscosas que matan y envenenan la belleza y la prosperidad. Son conscientes de que su esfuerzo no puede ser más que pequeño y limitado, pero también saben que incorporarse a esa otra marea blanca, humana y valiente, significa que hacemos algo, que no nos resignamos a las desgracias, aunque sólo podamos poner unos cuantos granos de arena de trabajo a disposición de los otros.

No quieren pararse a pensar en la desproporción de su humilde contribución, pues ya se ha visto que actitudes así son las que levantan el ánimo y consiguen lo que se proponen. En respuesta a esa ofrenda, los lugareños de tantos parajes de la costa amenazada y herida, corresponden con un acogedor agradecimiento y surge algo muy parecido a la concordia.

Es nuestro deber echarles una mano, para que no se detenga esa nueva marea, magnífica y solidaria y colaborar, cada uno en la medida de lo posible para que ese flujo cálido de ayuda y fraternidad permanezca siempre activo y vigilante, presto a intervenir cada vez que el dolor y la desgracia se precipitan sobre los seres humanos. Si no fuera por ese espíritu generoso, nuestro horizonte, en este nuevo año que ahora empieza estaría desoladoramente negro.

admin

Share
Publicado por
admin

Entradas recientes

El I Ching

El clima de desconcierto espiritual que caracteriza la Era Contemporánea, unido a una fuerte atracción…

3 meses ago

El concepto de Oikos en la Antigüedad

Para estudiar el mundo antiguo es necesario profundizar algunos conceptos que marcaban el proceder del…

4 meses ago

Ciencia y dignidad

Con un título tan lacónico voy a juntar en un mismo vaso dos líquidos inmiscibles,…

4 meses ago

El Jardín de las Delicias

Grande habrá sido la impresión del rey Felipe II cuando vio por primera vez la…

11 meses ago

El saber científico y el saber filosófico

“2:9 Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban…

1 año ago

Reflexiones sobre la complejidad

El premio Nobel, Ilya Prigogine, hacía la siguiente afirmación: “la naturaleza del universo es de…

1 año ago