Cuenta el propio Dalí que su madre murió de cáncer, y aquel muchacho revoltoso, soñador, inquieto y revolucionario se transforma en un ser extraño, tímido y distante. Tuvo un prolongado noviazgo con una compañera de estudios, Carmen Roget, la cual, cansada de esperar, contrajo matrimonio con otra persona.
Pronto empezó a leer a Freud y a empaparse de filosofía. En 1924 irrumpió en la vida pública. Entró en contacto con el movimiento surrealista, publicó su Manifiesto Amarillo en Barcelona (1928), e invitó a los surrealistas de París a trasladarse a Cadaqués.
Conoce a Gala Eluard en 1929 y se casan en 1958. Gala figura en la mayor parte de sus fantasías y cuadros.
Se interesó por la fotografía y ayudó en la elaboración de dos películas surrealistas, El perro andaluz y La edad de oro.
Hacia 1930 empezaron a actuar en él otras influencias más convencionales. En 1940 se trasladó a Estados Unidos, donde obtuvo grandes éxitos económicos. En la década de 1950 empezó a diseñar joyas de un estilo fantástico, con gran éxito de público. Escribió también libros bien acogidos, como La vida secreta de Salvador Dalí (1942) y Cincuenta secretos de artesanía mágica (1948). Asombró por su polifacetismo: decorados de ballets, proyectos de construcciones, ilustraciones de libros, como las de Don Quijote de la Mancha (1949).
Dalí falleció en 1989 en medio de un escándalo sobre presuntas falsificaciones de sus obras, que se hallan extendidas por todo el mundo.
Escándalos por las falsificaciones
Salvador Dalí es uno de los artistas más falsificados en la historia; los medios de comunicación nos informaron sobre dichos escándalos. Vamos a recordar los más importantes.
Dalí firmó en blanco
Las primeras alarmas saltaron a principios de los 80 cuando se supo que el pintor había firmado documentos en blanco que permitían las falsificaciones de sus obras.
Pierre Argelés, coleccionista y marchante que en los años 70 tuvo relación con Dalí, afirma que durante una enfermedad del artista se firmaron documentos falsos.
Es sabido que Dalí era muy riguroso con sus cuadros, pero se despreocupaba por completo de lo que sucedía con su obra gráfica. En los últimos años de su vida tropezó con marchantes poco escrupulosos y Dalí aceptó firmar millares de hojas en blanco que después eran impresas en grandes tirajes. También firmó documentos de autenticidad para piezas hechas por otros. Lo mismo sucedía con sus esculturas, joyas y otros objetos, cuyos derechos de reproducción vendía sin controlar la difusión y comercialización.
1985: La venta de falsos Dalís en Estados Unidos se valoró en ciento dieciocho mil millones de pesetas.
1987: Se emprendieron acciones legales en Japón, y se valoró en ochenta y cuatro mil millones la obra de arte falsa.
1988: Cuatro galeristas fueron procesados en Nueva York por falsificar litografías del pintor.
1990: Se descubrieron mil falsificaciones en Barcelona.
1994: En febrero, se presenta el libro Dalí: la obra pictórica, que reúne una rigurosa catalogación de la obra gráfica del pintor. Se dijo que ponía fin a una era de falsificaciones.
En este mismo año se realizaron dos intervenciones policiales en Nueva York, en las que fueron incautadas, en una de ellas sesenta mil falsificaciones, y en la otra, trece toneladas de falsos Dalís. Es solo una muestra, ya que se calcula que más del noventa por ciento de la obra gráfica daliniana que circula por el mundo no tiene nada que ver con el pintor. En bastante de ella solo la firma es auténtica.
Se podía leer en la prensa: «Un consejo que merece el calificativo de surrealista: si quiere hacer fortuna en muy poco tiempo, fabrique y venda falsos Dalís. Se ha convertido para muchos en un lema…».
En abril de ese mismo año las falsificaciones bajan la cotización de los Dalís.
Museos de falsos Dalís
En junio de 1994, la policía de EE.UU. y la sociedad Demart (encargada de proteger los derechos de la obra del pintor) acuerdan crear tres museos de falsos Dalís. Quieren poner a disposición del público los datos que hasta ahora se han recopilado sobre las series falsificadas.
El proyecto de los futuros museos consiste en la exhibición de una muestra de cada una de las falsificaciones de que ha sido objeto la obra gráfica de Dalí y que están en poder de la policía norteamericana. Son cerca de cien mil ejemplares. También está previsto destruir el resto de la obra incautada, en el momento en que se instalen los tres museos. La Fundación Gala-Dalí manifiesta su indignación y sorpresa por la futura creación de dichos museos.
Se establece, en julio de dicho año, que el Estado será el heredero universal del patrimonio de Dalí. La Sociedad Demart cede al Estado dicha gestión. El contrato que firmaron el 13 de junio de 1986 el artista y dicha sociedad, presidida por su secretario, Robert Descharnes, autoriza al Estado a ser poseedor de los derechos de autor de Dalí hasta el año 2004. Se continuará utilizando la experiencia de Demart en la persecución de los falsificadores. En este mismo mes, EE.UU. devuelve los Dalís falsos; son unas setenta y cinco mil falsificaciones.
En agosto de 1994, durante una exposición en Moscú de litografías, grabados, esculturas y otros objetos de Salvador Dalí en la Casa Central de los Pintores, surgió el escándalo y la polémica.
Una denuncia advierte que las obras exhibidas son falsas, y uno de los firmantes es Pierre Argelés.
Los organizadores de la exposición calificaron el escándalo desatado como «un malentendido». Explicaron que se consideran originales las primeras litografías y grabados que se imprimen, y entre las obras a la venta hay algunas que cumplen con este requisito, mientras que otras no.
El público ruso no dio mucha importancia al escándalo y continuó haciendo horas de cola para poder ver las obras de Dalí. La explicación dada a esto fue el carácter de proscrito que tuvo el pintor bajo el régimen soviético. Los rusos pudieron ver la primera exposición de Dalí en 1988. El incidente es revelador del caos que envuelve la obra gráfica y escultórica del pintor.
1995
La diosa Fortuna sale al encuentro de un modesto neoyorquino que compra un Dalí por cinco mil pesetas y lo saca a subasta por diez millones.
Robert Loughlin encontró en una tienda de objetos de segunda mano un óleo, lo desenrolló, vio la firma de Salvador Dalí… “y cuando pregunté el precio, el tipo de la tienda me dijo: ¡Ah, el falso Dalí! son cuarenta dólares. Pensé que, por supuesto, no podía ser auténtico, pero decidí probar fortuna por si acaso”. La diosa Fortuna le escuchó. Descubrieron que era auténtico e incluso había participado en una exposición de Salvador Dalí en 1943.
En noviembre, EE.UU. vende unas doce mil falsificaciones del artista, que había confiscado en una galería de Honolulu. Las obras falsas fueron puestas a subasta. La mayor parte de las obras vendidas llevan una etiqueta, o un sello, en los que se advierte que se trata de una obra cuyo autor no fue Salvador Dalí. En las esculturas, las etiquetas se pueden quitar fácilmente.
1996
Se celebra un juicio en Barcelona a los supuestos miembros de una red dedicada a la venta de cuadros y joyas falsos desarticulada en el año 1981. Se justificaron diciendo que ni son expertos en arte ni sabían a ciencia cierta si los cuadros que vendían eran auténticos. El fiscal pide treinta y cuatro años de cárcel por falsificar obras de Dalí, Picasso y otros conocidos pintores.
1997
Nos podemos preguntar: ¿Dalí tuvo el don de la ubicuidad? Dalí desautorizó al matrimonio Albaretto como expertos en su obra con un documento ante notario, fechado en 1987. Los Albaretto habían sido sus editores y coleccionistas durante mucho tiempo. El artista trabajó para ellos en la edición ilustrada de obras clásicas.
Varios expertos mundiales reflejaban sus dudas acerca de la autenticidad de las piezas que esta familia italiana muestra en una exposición sobre Salvador Dalí en Turín.
Los Albaretto contestaron con un amplio dossier de documentos que descartan cualquier falsedad. Entre ellos se encuentra un certificado firmado por Dalí en el que este autorizaba a Guiseppe Albaretto a peritar en su nombre eventuales obras originales o gráficas. El papel en el que está escrito el certificado es una cuartilla del Hotel Meurice de París, donde solían alojarse Dalí y Gala.
La escritura ante notario está firmada veintitrés años más tarde, cuando Dalí se encontraba ya recluido en el castillo de Púbol, afectado por la muerte de Gala y enfermo de Parkinson, tal como refleja la firma del documento.
La existencia del acta notarial contrasta con las manifestaciones realizadas por los Albaretto.
Los Albaretto han atacado a Descharnes y a la Fundación Gala-Dalí, asegurando que en el año 1979 Dalí estaba gravemente enfermo y no podía pintar, por lo que sorprende que sigan apareciendo en el mercado obras de la década de los años 80.
Los Albaretto publican un artículo con el titular: «El día en que Dalí tuvo el don de la ubicuidad». El artista autentificó, según los Albaretto, unos óleos en París en la misma fecha en que las biografías lo sitúan de crucero con Gala por el Caribe.
Los Albaretto facilitaron al periódico siete documentos con la firma de Dalí, casi todos en cuartillas con membrete del Hotel Meurice, en los que el artista había certificado la autenticidad de los óleos que posee el matrimonio. Las fechas de los textos no se corresponden con los viajes del pintor a Francia. De hecho, Gala y Dalí estaban en un crucero por el Atlántico cuando este firmó supuestamente un certificado el 18 de diciembre de 1968.
Los siete documentos abren profundos interrogantes. Ninguna de las personas que podría verificar o desmentir las declaraciones de los Albaretto está viva.
Entre el certificado más antiguo y el más reciente transcurrieron más de diez años; sin embargo, todos están fechados en París y con la misma máquina de escribir. Los Albaretto explicaron que la coincidencia se debía a que Dalí les firmaba los certificados en el Hotel Meurice, de París, donde se alojaba con Gala. Sin embargo, las fechas que aparecen no les dan la razón.
Lo más curioso es comprobar la cantidad de faltas de ortografía que contienen los textos. Dicen los Albaretto: no escribimos nunca a máquina los certificados, ni nosotros ni Dalí. A él no le gustaba utilizarla. Dalí pedía al conserje del hotel que hicieran subir a la habitación a un camarero con una máquina de escribir y le dictaba.
En diez años se comprueba que los errores ortográficos son los mismos. El camarero se supone que sería francés y tendría una extraña tendencia a confundir el idioma español con el italiano.
En junio de 1997 hay sentencias contradictorias sobre la gestión de derechos de Dalí. En Brujas, en octubre, las autoridades judiciales ordenaron una investigación en una exposición en torno a la obra de Salvador Dalí por sospechar la existencia de obras falsas. Tres obras fueron decomisadas.
678 firmas
Otro dato a tener en cuenta, ya que facilita las falsificaciones, es que Salvador Dalí, para firmar sus cuadros, utilizó 678 formas distintas, según el que fue su secretario Peter Moore.
Se ha definido a Dalí como el pintor más polémico, polemista y polemizado en lo que va de siglo.
Las 678 firmas de Dalí
Salvador Dalí utilizó 678 formas distintas para firmar sus cuadros. Estudiar al pintor es recomponer un rompecabezas, dada la variedad de firmas, escritos y letras diferentes que encontramos.
La clave nos la va a dar la firma, que simboliza el «yo real». Esta variedad es típica de la persona que se está buscando a sí misma, aunque puede ser también la búsqueda de una firma con la que identificarse. Existe una elevada capacidad para dar diferentes imágenes ante los demás, así como de ocuparse de temas de muy distinta naturaleza.
En todas las firmas queda plasmada la originalidad, la creatividad, la genialidad y el afán de producir efecto.
Realicemos un pequeño recorrido por el mundo manuscrito del pintor.
1920 – dieciséis años
El cuaderno Impresiones y memorias íntimas fue escrito por un Dalí adolescente, que acababa de cumplir dieciséis años. Más tarde, cambió el nombre a su autobiografía por el de Vida secreta. En la hoja correspondiente al 7 de enero de 1920, la escritura y los márgenes se presentan cuidados, así como la separación de las líneas, y respeta los puntos y aparte. El joven Dalí es puntual, aprovecha bien el tiempo y la energía, cuida el orden y tiene respeto a las normas.
1925 – veintiún años
Los putrefactos
El gran cultivador de los putrefactos es Salvador Dalí. Dibujos de putrefactos de la mano del pintor circulaban en la Residencia de Estudiantes, y también aparecían en muchas de sus cartas y postales. «Los putrefactos» son una categoría artística y de pensamiento, que estuvo de moda entre los jóvenes de la residencia, y con la que se representaba todo lo caduco o inmovilista, sentimental o tierno, pedante o cursi, tonto o aburrido.
También se crearon los anaglifos (mínimos poemas con unas condiciones inesperadas) y los carnuzos (todo lo que oliera a caduco en actitud vital o estética, representado mediante burros podridos). Dalí y Lorca proyectaron un libro sobre los putrefactos que no llegaron a publicar.
En un putrefacto que dedica a Pepín Bello en 1925, en el que destacan los característicos bigotes, encontramos que el pintor firma con el nombre y apellido, de forma ágil, sencilla, sin levantar el útil excepto cuando traza la «D». En la «d» de Salvador el óvalo está abierto, y en la parte superior realiza una curva graciosa que une con la letra siguiente. Escribe los números danzantes.
Dalí se nos muestra con agilidad de ideas, capacidad lógica, imaginativo, con creatividad que lleva a la plasmación. Existe un encadenamiento entre lo que piensa y lo que pone en práctica, con facilidad para tener constancia en aquello que realiza. Hay apertura y sociabilidad en el aspecto creativo y en lo que respecta a las ideas.
En la zona inferior del texto hacia la derecha, traza la firma Dalí por medio de una «D» mayúscula; el bucle superior izquierdo de esta letra, lo aprovecha para introducir dentro el resto de su nombre, «alí». Nos indica su gran imaginación, creatividad y capacidad de síntesis.
Juegos de letras y dibujos
Al artista le gustaba adornar los textos con dibujos, y aprovechaba muchas veces las letras para introducir ornamentos. Se interpreta como narcisismo en personas que tienen facilidad para el dibujo.
Sobre Dalí comenta su amigo Luis Romero: «El sentido ornamental y caligráfico, la delectación con que se vuelca en el ritmo y en la disposición de los elementos se manifiesta a partir de una simple dedicatoria y en la firma».
Encontramos en Venus y marinero, de 1925, un dibujo de Salvador Dalí en una carta dirigida a Benjamín Palencia. Juega con las letras mayúsculas, dibujando. La «M» la utiliza para acoger dentro de sus palotes el resto de la palabra.
A los sesenta años, en la dedicatoria de Figura ecuestre, partes de las letras las presiona más fuerte o aumenta el tamaño para destacarlas.
Todo nos indica que hay un cierto descontento con el entorno circundante, lo que mueve a buscar soluciones nuevas. Búsqueda de originalidad, deseos de llamar la atención, así como gran imaginación y facilidad para las artes plásticas.
La caligrafía es la frontera frágil y móvil entre el arte y la necesidad de expresión, entre el dibujo y la escritura de los signos. Tengamos en cuenta que para Dalí la escritura es muy importante, la utiliza para dar un mensaje, y puede acompañar la letra con un símbolo o dibujo. Se dice del artista que desde 1927 utilizaba el surrealismo como método mágico de creación artística, a partir de la escritura automática como medio de expresión de sus sentimientos íntimos.
La ortografía
Llama la atención la cantidad de faltas de ortografía que se encuentran en algunos de los textos escritos por Dalí. También en muchos hay correcciones y tachaduras. No le pasó inadvertido este detalle a Luis Romero, que dice: «En Diario a un genio, escribía con letra grande en un francés personal y de ortografía muy deficiente».
Encuentro muy significativos los errores: utiliza «n» en vez de «m», la «b» por «v», sustituye la «y» por «i», la «g» en vez de «j». Unas veces faltan y otras veces sobran letras. Traza Picasso con una sola «s», pocas veces acentúa y junta las palabras. El artista se salta las normas al escribir y parece hacerlo conscientemente.
1932 – veintiocho años
El pintor, en una carta, da respuesta a un cuestionario de una revista yugoslava. En ella cuida los márgenes en grado menor que en la adolescencia. Es curioso observar cómo comprime descendiendo las palabras al final del renglón. Hay tachones, abundan los subrayados y tiende a juntar las líneas. Eso sí, la firma aparece impecable, con el nombre y apellido legible, situada a la derecha. Destaca la «D» con su curva, la forma del punto de la «i» es normal y el tamaño de Salvador es un poco más pequeño que el apellido. La firma está alejada del texto. Todos estos datos nos indican que Dalí marca cierta distancia psicológica entre él y el receptor de la carta; es un alejamiento aristocrático. Existe un buen autoconcepto, confianza en las propias posibilidades, imaginación, intuición, claridad de objetivos y responsabilidad. Da importancia a los aspectos laborales, y considera que se ha labrado su porvenir con el propio esfuerzo. Hay identificación con la figura del padre o con los roles paternos.
1943 – treinta y nueve años
Aquí destaca más el apellido que el nombre, realiza la «i» con un rasgo curvo que desciende y se proyecta hacia la derecha, con el punto en forma de coma. Apenas hay separación entre nombre y apellido, expresando el grado de unión que siente entre el aspecto familiar y el plano profesional o social.
1950 – cuarenta y seis años
Su firma con Gala
Gala es la musa del artista, está presente en numerosos cuadros, y a partir de 1950 también le acompaña en muchas de sus firmas.
Traza dentro de un círculo su firma con letras tipográficas en mayúscula; arriba, entre dos puntos, encontramos la «G» de Gala. En la parte superior dibuja una corona, y el conjunto se asemeja a un escudo o sello.
Corresponde a 1961 (cincuenta y siete años), la «D» de Dalí abraza la «G» de Gala; aprovecha la zona superior de la «D» para trazar una cruz, y se acompaña con una pequeña rúbrica.
Todas estas firmas nos indican el grado de unión que existe entre Dalí y Gala. Protege su terreno psicológico a niveles íntimos. Hay egocentrismo, un incremento de la creatividad, de la imaginación y de planteamientos idealistas.
En 1970 (sesenta y seis años) realiza una dedicatoria imprevista en un catálogo. Luis Romero explica: «Por causas desconocidas, la Venus y la firma se han ido extendiendo a las páginas colindantes». La causa puede estar en que el artista ensayó hasta conseguir plasmar la figura y el dibujo que quería, para comunicar algo. Curiosamente están completamente interpenetradas la «D» de Dalí con la «G» de Gala. Se siente totalmente identificado con ella.
Utiliza otra vez la corona en 1972 (sesenta y ocho años). La «G» de Gala toca también, aparte de la «D», la «a». La letra «a» es común para los dos nombres, razón por la cual la destaca con la forma cuadrada, traza dentro una «L», y la «a» tiene un valor doble. En Dalí el palote de la «l» sirve para terminar de hacer la «a», y dentro de la «L» introduce la «i». Denota, aparte de su genialidad, una gran capacidad de síntesis.
Destaca en los textos el nombre de Gala; sobre todo la «G», está adornada con hojas, tiene gran tamaño y sobrepasa el renglón superior. Recuerda el adorno y la altura de la letra «a» las que trazaba Federico García Lorca; de hecho, Luis Romero ha escrito sobre la influencia Lorca-Dalí. Esta se manifiesta también en la escritura.
Está el nombre de Dalí en la línea superior, la «i» da la mano a la «G». Acompaña al texto la firma de Gala-Dalí en el margen derecho. En la «d» da vueltas, traza «Dalí» en minúsculas y «Gala» en mayúsculas. Da más importancia a su musa que a él mismo, la admira. Finaliza la firma con un punto, no tiene en este caso valor interpretativo, sino el que le da la lectura del texto. Son de destacar también las cuatro coronas monárquicas que acompañan el escrito y los puntos entintados. Denota el autor deseos de aprovechar el tiempo y la energía.
El final de la «G» se asemeja a un sable o a una espada que atraviesa la «A». Es indicativo de que le cuesta controlarse, se dan explosiones de genio, e intenta defenderse de los demás. Tiene facilidad para repeler los ataques de forma asertiva.
1954 – cincuenta años
Firmas enmarcadas
A partir de esta etapa de su vida, se decide a firmar casi siempre con el apellido, introduce dibujos en su firma y busca la forma de enmarcarla.
En las dos encontramos: que la «a» está encima de la línea, hay trazos cruzados y están enmarcadas. En el número «5» de una de ellas, el rasgo horizontal le da aspecto de una cruz. En la otra, el número «4», el rasgo horizontal, recuerda la cruz que utiliza en sus cuadros. Estos rasgos ponen de manifiesto su carácter rebelde, agresividad, resistencia ante cualquier tipo de figuras que simbolicen o impliquen autoridad. Su espíritu de lucha le permite superar situaciones complicadas.
¿Etapa mística?
Cuando se habla de Dalí, se hace referencia al período místico que va desde 1944 a 1962, etapa en que estudió alquimia y cábala. Él mismo se califica de místico, en sus grafismos aparecen grandes contradicciones entre el hombre práctico y positivista que hay en él y los momentos de exaltación e idealismo, pero bastante alejado del misticismo tal y como se entiende normalmente.
1956 cincuenta y dos años
Firma con dibujo
Nos encontramos con una graciosa firma, la adorna con un cuerno de rinoceronte sobre la «a», da énfasis al punto de la «i» y traza una rúbrica.
Denota gran originalidad artística, excentricidad, busca llamar la atención, sorprender, salirse de lo corriente y un gran exhibicionismo. No cabe duda de que lo conseguía (en Londres dio una charla con escafandra porque se proponía descender al subconsciente).
Carta a Nanda Papiri
Es muy importante para entender a Salvador Dalí estudiarle en su conjunto, porque vamos a encontrar el hilo conductor y cierto grado de lógica.
Es necesario conocer a quién van dirigidos los grafismos y en qué ambiente se desenvuelven. Tenía el pintor facilidad para integrar diferentes posturas o actitudes, y era influenciable, con deseos de querer abarcar todo aquello que le era posible, siempre esforzándose por ser el centro de atención de los ambientes en que se movía y procurando ser reconocido socialmente en sus méritos, con una tendencia muy acusada a adoptar posturas sociales diferentes de aquellas con las que se identifica de modo más personal.
No solamente utilizó en los años de la Residencia una forma peculiar de comunicarse con los artistas, sino que esto lo vamos a encontrar en toda su vida. Si una persona lee por primera vez un grafismo malsonante de Dalí, aparte de hacerle daño en los oídos y en los ojos, no lo considerará una persona normal. Si lee uno que escribió sobre Picasso, pensará que le caía fatal, cuando en realidad es todo lo contrario, sentía una gran admiración por él.
De este mismo año, 1956, es el escrito dedicado a Nanda Papiri, gran amiga de la familia de la autora. Fernanda Papiri, de origen italiano, fue la mujer de Chicharro, (hijo del gran pintor Antonio Chicharro), quien desempeñó un cargo importante en el Bellas Artes.
Nanda, pintora de estilo naif, cultivó el puntillismo. Esta artista se desenvolvió en el mundo bohemio, metida en el movimiento de vanguardia de los años 50, y tenía relación con el ambiente aristocrático. Nanda es una mujer simpática, expresiva, alegre, bonachona y con una gracia especial. Pensar en Nanda es poner una sonrisa en los labios. Dalí encabeza el escrito con la corona, en los lados hay dos firmas, en el centro pone Nanda Papiri, y adorna algunas de las letras con puntos. Termina el texto con otra firma disparatada, muy agitada y un punto de la «i» exagerado. Encima de la «D» pone la cruz.
Se nos muestra un Dalí impaciente, con tensiones internas e inestabilidad emocional, y con capacidad de penetrar en las personas y conocer el punto débil de cada uno.
1964 sesenta años
Corresponde a la Figura ecuestre subastada en octubre de 1998 en Madrid. Realiza una espada vertical en la letra «D» y el acento de la «i» es fuerte, grande y violento.
1971 sesenta y siete años
Llama la atención la sencillez de esta firma, en la que apenas destaca la «D».
1973 sesenta y nueve años
La firma está enmarcada circularmente, la «a» es mayúscula y aprovecha para realizar la «l», esta última contiene la «i».
1975 setenta y un años
En esta llamativa firma, Dalí corona y añade un gran punto indicativo de gran orgullo y narcisismo.
1987 ochenta y tres años
Ya llevaba Dalí años enfermo y recluido en el castillo de Púbol. Quedan patentes en su firma los esfuerzos que tiene que realizar para escribir, las letras están empequeñecidas, temblorosas, rotas. A pesar de todo, intenta plasmar su «D» característica, la «a» por encima de la línea y firma Dalí.
Los ángeles
Tuvo Dalí un interés especial por los ángeles. En la palabra «Ángeles», a la letra «A» la dota con una hermosa ala que vuela al plano del espíritu.
José M.ª Gironella recoge estas palabras del artista: «Creo que sobrevive el alma. No creo en premio ni castigo –conceptos derivados de una superstición judía– y creo que irreversiblemente todos nos volvemos ángeles…».
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