Ampurias, puerta de entrada a Hispania
Autor: Pilar Luis Peña
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Recientemente un grupo de estudiantes de Nueva Acrópolis de Barcelona realizó una visita arqueológica a Ampurias, una de las principales puertas de entrada de las culturas clásicas en la Península Ibérica y por tanto un enclave fundamental para nuestra propia historia.
El rumor del viento y de las olas nos acompañó. Pasamos la muralla y la puerta de entrada de la antigua ciudad griega y una réplica magnífica a tamaño natural del dios Asclepio, dios de la medicina, hijo de Apolo, nos recibió a modo de anfitrión. Su imagen nos hizo viajar en el tiempo y recordar los pueblos que vivieron en aquellas tierras.
Íberos y Griegos
Desde tiempo inmemorial las gentes del lugar vivían entre lagunas y marismas. Conocían el cultivo de las plantas más antiguas como el trigo y la cebada y criaban animales tanto por sus carnes como por sus pieles. Tenían un conocimiento rudimentario del arte de la cerámica, de los tejidos, y de los metales. Los griegos denominaban a estos pueblos íberos porque poblaban las tierras de los márgenes del río Iber, hoy llamado Ebro.
A diferencia de los íberos, los griegos eran un pueblo inquieto y emprendedor. Hacia el año 600 a. de J.C., los griegos foceos, originarios de las costas de Asia Menor, comerciaban con los poderosos Persas y también viajaban hacia la ruta de poniente que les llevaba hasta Tartesos, legendaria ciudad del sur de la Península Ibérica, rica en metales. La navegación era dura y estaba plagada de adversidades. Fue así como las naves foceas lograron superar el Cabo de Creus y entrar en las aguas más tranquilas de la bahía, donde un islote no muy alejado de la costa ofrecía un lugar de desembarco adecuado para las necesidades de los navegantes. Los griegos se establecieron sólidamente en el islote donde levantaron el primer núcleo urbano del litoral ibérico, lo bautizaron con el nombre de Emporion. Los indígenas acudieron con cautela desde tierra adentro. Por su desconocimiento de los usos comerciales los primeros intercambios fueron difíciles.
El comercio progresó y eso permitió a los griegos asentarse en tierra firme en una nueva ciudad fortificada. A medida que se consolidaba el comercio, muchos indígenas, los indiketes, se instalaron junto a la nueva ciudad. A la sombra de las murallas de Emporion. Asimilaron muchos aspectos de la civilización griega. Aprendieron a tallar la piedra y a levantar ciudades amuralladas como fue el poblado de Ullastret. También llegaron a desarrollar su propio alfabeto.
Los romanos
Los romanos mantenían una pugna encarnizada con los cartagineses. Los tratado de paz que firmaban eran precarios, los cartagineses habían reunido un ejército poderosísimo que atravesando los Pirineos y los Alpes llegó hasta las mismas puertas de Roma. Aníbal asediaba la ciudad con su ejército de elefantes. Se había entablado una lucha a vida o muerte. El senado romano decidió recortar la retaguardia del ejército cartaginés y escogió el lugar ideal para hacerlo, Emporion, la colonia aliada griega donde el general Neoescipión desembarcó sus legiones sin impedimentos en el año 218 a. de J.C. La victoria romana fue aplastante, los legionarios no sólo salvaron Roma gracias a su oportuno desembarco en Emporion sino que desde allí comenzaron la conquista de toda la Península Ibérica, a pesar de que Emporion continuaba siendo una ciudad griega.
La pujanza romana era imparable, en un segundo desembarco que tuvo lugar en el año 195 a. de J.C. el cónsul Marco Porcio Catón, estableció en Emporion un campamento militar estable que sería el origen de una nueva ciudad. A partir de ese momento, tanto los antiguos caminos como las nuevas vías que cruzaban el territorio y las rutas marítimas llevaban a Roma.
La antigua Emporion griega derrumbó las murallas de poniente y se confundió con la ciudad romana. Esta ajetreada concentración de pueblos y de lenguas pasó a denominarse Emporiae. A lo largo de todos esos años Ampurias fue la puerta de entrada a Hispania. Estamos hablando del máximo momento de esplendor en el siglo I y primera mitad del II de nuestra era.
Pero el mismo crecimiento romano que hizo de Emporiae una de las ciudades más prósperas del mediterráneo acabaría volviéndose contra ella, el ímpetu de otras ciudades romanas como Tarraco, actual Tarragona, y Gerunda, la actual Gerona y la fundación de nuevas ciudades como Barcino, actual Barcelona, transformaría las rutas comerciales. Los navíos empezaron a pasar de largo. Los jóvenes más cualificados y los comerciantes más emprendedores emigraron hacia los nuevos asentamientos.
La Edad Media en Ampurias
El Imperio Romano se desintegró. En el siglo III d. de J.C. la invasión de los franco-alamanos precipitó la decadencia de la ciudad, que prácticamente fue destruida y no reconstruida como se hizo con Tarraco y Barcino. La escultura de Asclepios, que nos recibió al llegar al emplazamiento arqueológico y que es emblema del mismo en la actualidad, fue arrojada rota y maltrecha a una cisterna.
Emporiae ahora replegada a la primera ciudad griega nunca acabó de perder su preeminencia. La nombraron capital de condado y sede de un obispado bautizándola con el nuevo nombre de San Martín de Ampurias.
Pero el paso inexorable del tiempo fue dejando su huella. El perfil de la costa cambió, el islote donde se había levantado San Martín de Ampurias y que había brindado protección a tantas generaciones desde la llegada de los primeros navegantes foceos quedó unido a tierra firme. En el siglo VII una invasión normanda la acabó de destruir. Ampurias, medio despoblada y reducida al antiguo pueblo de San Martín perdió su esplendor e incluso su condición de capital condal que fue trasladada a otro lugar. Los años y los siglos transcurrían con lentitud, la oscuridad absoluta que cubría la antigua escultura de Asclepios no era más que el reflejo agudo de la penumbra que rodeaba el que había sido su mundo.
Las excavaciones
En los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX la atención que a las ruinas prestaron arqueólogos como el gerundense Joaquín Bonet o el alemán Adolfo Schulten sirvieron de acicate a la iniciación de las excavaciones científicas que se vienen desarrollando ininterrumpidamente desde el año 1908. Recuperar Ampurias ha sido rescatar una parte fundamental de nuestra memoria colectiva.
La Asociación Nueva Acrópolis de Barcelona agradece al servicio de documentación del Museo de Ampurias la buena bibliografía y audiovisuales que ha desarrollado en los últimos años a partir de los cuales se ha podido preparar estas líneas.
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