Siracusa, Sicilia, s. IV a. de C.

Discípulo de Diógenes. Mónimo, estaba al servicio de un banquero corintio, Jeníades, cuando conoció a Diógenes, como dice Sosícrates. Como Jeníades hablaba constantemente de las virtudes de aquél, su porte y su admirable elocuencia, indujo a Mónimo a su admiración. Entonces Mónimo fingió estar loco lanzando por el aire el dinero que estaba en la mesa del banquero hasta que este lo despidió. Nada más fue despedido Mónimo se fue junto a Diógenes. Después también siguió a Crates el cínico y a los de esta escuela; llevando un estilo de vida similar.

Su amo quedo convencido de que Mónimo estaba loco.

Se entregó por completo a la verdad dejando de lado de lado las opiniones comunes a los hombres de su época. Escribió algunas poesías jocosas y dos libros: » De los apetitos o pasiones» y «Exhortaciones». Sobre él, solo se conserva el fragmento de Menandro reproducido por Diógenes Laercio.

Fue tan constante en la filosofía, su forma de vida, que, despreciando la gloria mundana, anhelaba solo la verdad.

Extraído de Vida de filósofos ilustres

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