¿Esparta? Principios del s. VI a. de C. – Pisa (Peloponeso, Grecia), Olimpiada LII
Quilón decía que «las previsiones que se pueden comprender por raciocinios son obra del varón fuerte».
Dícese que preguntándole Esopo «qué era lo que hacía Júpiter», respondió: «Humilla a los excelsos, y eleva a los humildes».
«¿Qué cosa era dificultosa?», respondió: «Guardar el secreto, emplear bien el ocio y sufrir injurias».
Daba los preceptos siguientes: «Detener la lengua, singularmente en convites; no hablar mal del prójimo, si no queremos oír de él cosa que nos pese; acudir primero a los infortunios que a las prosperidades de los amigos; casarse sin pompa; no hablar mal del muerto; honrar los ancianos; guardarse de sí mismo; escoger antes el daño que el lucro torpe, porque lo primero se siente por una vez, lo segundo para siempre; no burlarse del desgraciado; el poderoso sea humano, para que los prójimos antes le celebren que le teman; aprender a mandar bien su casa; no corra la lengua más que el entendimiento; reprimir la ira; no perseguir con baldones la adivinación; no querer imposibles; no apresurarse en el camino; no agitar la mano cuando se habla, por ser cosa de necios; obedecer las leyes; amar la soledad».
Entre sus «adomenos» (versos), este fue el más admirable: «Por la piedra de toque se examina el oro, dando prueba de sus quilates, y por el oro se prueba el ánimo del hombre bueno o el del malo». Refiérese que, siendo ya viejo, decía que no se acordaba de haber obrado en su vida injustamente; sólo dudaba de una cosa, y era que, habiendo una vez de condenar en justicia a un amigo, y queriendo proceder según las leyes, le instó a que le recusase, y así cumplió con la ley y con el amigo.
Era Quilón breve en el hablar; por cuya causa Aristágoras Milesio llama «quilonio» a este estilo, y dice que también lo usó Branco, el que construyó el templo de los branquidas.
Hacia la Olimpíada LII era ya viejo; en cuyo tiempo florecía Esopo el compositor de fábulas.
Una de sus máximas (apotegma) más categórica es: «¿Prometes? Cerca tienes el daño».
Ocupó el cargo de éforo y elaboró gran parte de la constitución atribuida a Licurgo. Hizo del eforado la magistratura suprema del estado espartano. Asimismo, se le atribuye la militarización de la vida civil de Esparta y las primeras medidas para la educación castrense de la juventud. Quilón también introdujo la costumbre de que los éforos se uniesen a los reyes como sus consejeros. Se sabe que compuso poesía con métrica elegíaca. La tradición dice que Quilón murió de alegría en los brazos de su hijo, que acababa de ganar un premio en los Juegos Olímpicos. Todos los del concurso lo honraron en la muerte.
Extraído de Vida de filósofos ilustres
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