Enigmas tecnológicos en Egipto
Autor: José Carlos Correas Cabaleiro
Egipto, sinónimo de misterio, de encanto, sigue atrayendo nuestra atención y alentando nuestra imaginación miles de años después de su esplendor.
Nos sorprende su religión, su arte, las magníficas obras que encontramos –pirámides, mastabas, sarcófagos, todos realizados con una precisión extraordinaria–, pero aún más nos sorprende otra particularidad aún no aclarada; ¿Con que instrumentos, herramientas, realizaron estas obras maestras?
A pesar de lo muy intenso que es el trabajo de cateo y rescate en Egipto, no se ha podido descubrir de ninguna manera, máquinas o elementos que pudiesen justificar el trabajo sobre piedras tan duras como la diorita, la cuarcita, el basalto negro, blanco o rojo, y menos aún herramientas de precisión para realizar enormes monumentos con precisión milimétrica. Pero vamos por partes.
Tomemos como ejemplo la Gran Pirámide llamada hoy de Keops, construida por varios millones de bloques que unidos podrían formar una muralla que rodeara toda la frontera de Francia con una altura de tres metros. Estos bloques pueden alcanzar un peso de 1.200 toneladas, y fueron traídas de canteras que estaban a 2.000 kilómetros de distancia. Juguemos todos un momento. Imagínese el lector un bloque de 1.000 toneladas –la unión de 10 vehículos de tipo medio, que hay que transportar durante 2.000 kilómetros, es decir de Cádiz a París– superando todo tipo de accidentes geográficos, y todo ello sin ruedas. Cuántas veces hemos tenido que empujar nuestro vehículo o el de algún amigo para que arrancara después de una avería, y cuánto esfuerzo nos costó realizarlo con la ayuda de algún familiar o amigo.
Pensemos además en elevar estos bloques a más de 100 metros de altura, y a ajustarlos sobre otros con tal precisión que todavía hoy después de ser perforados, dinamitados, atacados de mil maneras diferentes sigan en pie, asombrándonos. Pero sigamos.
El revestimiento de la Gran Pirámide constaba de 25.000 bloques que ocupaban 500.000 metros cuadrados. Estos bloques iban a constituir la cara vista del monumento, por lo que los pulieron con precisión óptica. Para que el lector se dé cuenta de la magnitud de este trabajo, debe saber que una obra de igual magnitud existente en nuestros días es la lente del telescopio de Monte Palomar en EE.UU., obra artesanal de 5 metros de diámetro realizada por una empresa especializada, tardando 5 años en conseguirla después de romper 11 piezas anteriores. Increíble, los egipcios realizaron en serie un trabajo de 25.000 bloques con igual precisión.
Esta pirámide es un caso verdaderamente extraordinario. Sus medidas están armonizadas de manera misteriosa. Multiplicadas, divididas, potenciadas o radicadas por el patrón llamado “codo egipcio” nos dan la distancia de la Tierra a la Luna, el diámetro del Sol, la distancia de la Tierra al Sol… La temperatura media del sarcófago es exactamente la media de la temperatura de la Tierra; su capacidad es exactamente un metro cúbico; la relación entre las capacidades interior y exterior del sarcófago nos da el peso específico de la Tierra. Además, la Gran Pirámide está ubicada sobre el paralelo 30; este paralelo es la doceava parte de un círculo, o sea, que ha sido colocada de tal manera que quepa siempre debajo de un signo exacto del Zodiaco. Además, su construcción interior, que esta descubierta solo en parte, es también un enigma. Actualmente se está a la espera de ver que se encuentra en una nueva cámara descubierta sellada, es decir vamos a poder ver su interior tal como la dejaron los constructores pues las 7 restantes –en relación a los 7 grandes planetas y a los 7 “cuerpos” del hombre– fueron saqueadas en la antigüedad, en la búsqueda de tesoros nunca hallados.
Es evidente que sobre esta pirámide se ha dialogado mucho. Aún se discute si fue construida como tumba de un faraón egocéntrico, o como “granero” para las tres cosechas de trigo que el Nilo siempre generoso daba al pueblo egipcio. Pesa también sobre nuestra mente la imagen de las películas de “Hollywood” o las ilustraciones de libros mostrándonos a miles de esclavos trabajando en su construcción. Las descripciones de científicos negando al pueblo egipcio ningún tipo de desarrollo tecnológico son cada vez más escasas, ante la avalancha de investigaciones descontaminadas de prejuicios. Pero esto no debe de extrañarnos: Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre, fue ejecutado por la ciencia oficial y asimismo, aquellos que decían que la Tierra se movía, como Galileo Galilei, fueron condenados por la ciencia oficial.
Rectifico, la Ciencia no tiene la culpa. La Ciencia es un acceso a la realidad, es una manera lógica de llegar al enigma. Son los “científicos”, los hombres, los que carecemos a veces de imaginación, de la suficiente apertura mental, los que negamos lo que no conocemos. Deteniendo muchas veces el avance del conocimiento humano.
Demostrado está que en el sarcófago de la Gran Pirámide –de la raíz griega Pyr, fuego– nunca contuvo ninguna momia. Entonces, ¿para qué construyeron semejante monumento? Aún no lo sabemos. Lo cierto es que el enigma sigue en pie, retándonos a resolverlo.
José Carlos Correas Cabaleiro
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