Pensamiento positivo
Autor: Mª Dolores F.-Fígares
En medio del ruido de tantas ofertas como produce el marketing y los superventas, que casi siempre dejan de lado a los textos clásicos, se destacan algunos títulos de los llamados de autoayuda y numerosos portales en Internet, que promueven el pensamiento positivo. Algunos han llegado a las alturas de los best sellers mundiales, lo cual nos indica lo necesitamos que estamos todos de encontrar caminos para transitar el laberinto de la vida.
No se trata de ningún descubrimiento científico, ni de una nueva teoría psicológica, sino más bien de rescatar una sabiduría muy antigua, que nos viene enseñando desde el fondo del tiempo sobre el poder de la mente, como uno de los grandes misterios a los que se enfrenta el ser humano. No es suficiente con afirmarlo y reconocerlo, sino que también se requiere su aplicación práctica en la vida diaria, lo cual se consigue mediante una disciplina de entrenamiento que incluye una serie de ejercicios sencillos, hasta que consigamos “enderezar” nuestros procesos mentales, “como el arquero endereza su flecha”, tal como indica el texto budista del Dhammapadha, el cual añade que la tarea no es fácil. La propuesta es ver el lado bueno y luminoso de todo lo que nos ocurre, de todo lo que nos rodea, aun de las experiencias más nefastas y dolorosas, pues siempre podremos aprender de ellas.
El modelo del pensamiento positivo se complementa con el conocimiento de la ley universal de atracción, mediante la cual todo el universo se encuentra vinculado, de forma que nuestros pensamientos atraen a las cosas que son afines, lo cual significa que si pensamos de manera positiva acerca de lo que nos sucede y nuestras posibilidades de conseguir nuestras metas tenemos más posibilidades de alcanzar que si nos centramos en las fuerzas contrarias que podrían impedírnoslo.
Lo interesante de estas propuestas es que nos invitan a preguntarnos muchas cosas: qué queremos hacer con nuestra vida y nuestro futuro, qué somos en realidad ¿deseos, ideas, sueños? Y a descubrir que la aplicación de las enseñanzas está a nuestro alcance. Es decir, a iniciarnos en el camino de una filosofía práctica que nos haga mejores.
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