El Sutra del Buda de la medicina
Autor: Juan Martín Carpio
El comienzo de la medicina budista tradicionalmente se atribuye a un sermón del Buda Gautama del cual damos traducción más abajo, aunque Buda señala como real origen al llamado Buda de la Medicina o Tathagata Azul de Lapislázuli, uno de los 4 gobernadores del mundo, y que en previas encarnaciones, antes de llegar al budado, cuando todavía era un bodhisattva, movido por compasión se comprometió a curar a toda la humanidad de sus enfermedades y llevarla a la liberación final.
Aunque el budismo representa en India un sistema heterodoxo, se emparenta con muchas de las enseñanzas esenciales y primigenias de las escuelas hindúes tradicionales. Su influencia no sólo se dejó sentir en la India sino también en el Tibet y en China, dejando su marca especial en las concepciones médicas de estos países.
En la Medicina Budista, quizá más aún más claramente que en otras medicinas clásicas, la salvación está totalmente ligada a la salud, la cura es sobre todo la cura del alma, y el origen y curso de la enfermedad es comparado al mismo eterno peregrinar del alma sujeta a los ciclos de reencarnación, el Samsara, cuya causa primaria es la Ignorancia, la Cólera, y la Ambición, o sea las mismas causas que se consideran como origen de la enfermedad. El budismo pues entiende también que la Medicina se origina en una revelación primordial, en un regalo de los seres superiores, y que como fin último tiene no solo la curación del cuerpo sino la del alma. La Medicina Budista más que un conjunto de técnicas o conocimientos terapéuticos directos se trata en realidad de bases metafísicas o espirituales que pueden ser aplicadas a cualquier otro tipo de medicina.
El documento inaugural del cual parte esta concepción es El Sutra del Buda de la Medicina, resultado de las enseñanzas del propio Gautama. A través de los siglos fue traducido al tibetano y al chino, y vuelto a traducir de nuevo al inglés y a otros idiomas. Desafortunadamente muchas de estas traducciones presentan desviaciones sectarias y han sido difundidas en Occidente sin suficientemente entendimiento de su contenido.
Se puede señalar dos aspectos fundamentales en la Medicina Budista, un aspecto moral y metafísico, y otro mágico y religioso. Estos dos aspectos son el resultado de las concepciones particulares del propio budismo mahayana y tibetano, que comparte las mismas enseñanzas con el budismo hinayana en lo moral, pero añadiendo a ello concepciones esotéricas, religiosas populares, y en algunas escuelas elementos tántricos procedentes de la escuela Vajra o del Diamante.
Aspecto moral-metafísico
Para el budismo las causas fundamentales de la enfermedad son precisamente las mismas que ponen en movimiento la rueda del Samsara o causas kármicas de reencarnación, las llamadas cadenas de causas interdependientes o 12 Nidanas.
Las primeras causas de la puesta en marcha de la rueda son Avydia, ignorancia, y las formaciones kármicas derivadas de ello. El final de esta cadena es Jati-marana, o sea el envejecimiento, la muerte, la preocupación, el lamento, el dolor, la pena y la desesperación. Por consiguiente la enfermedad, en cualquiera de sus niveles (físico, metafísico o moral) solo posee una autentica cura: la interrupción de la cadena de causas interdependientes, o al menos la aminoración y canalización de estas nidanas o semillas kármicas hacia un fin positivo. A la luz de lo anterior, es como hay que interpretar el famoso Sutra del Buda de la Medicina.
Pero además también existe una clave esotérica y simbólica, Gautama después de explicar los inmensos beneficios y poderes que se pueden derivar de la meditación y reconocimiento del Buda de la Medicina, dijo las siguientes palabras a Ananda su discípulo más cercano:
«¿Si alabo las virtudes del Buda de la Medicina y te doy a entender que las acciones del Buda tienen un significado oculto que es difícil de entender, me creerías?»
Ananda contestó afirmando que creía sus palabras, como procedentes de un Tathagata perfecto en acciones, palabras y hechos. Entonces Buda le dijo a Ananda:
«Cuando todos estos seres oigan el nombre del Maestro de Curación honrado por todo el mundo, el Tathagata Radiante Azul Lapislázuli (el Buda de la Medicina) y lo aprecien y protejan con todo su corazón, y ya no tengan más dudas, entonces será imposible que caigan otra vez en un destino malvado. Aquellos que cayeron en malos destinos, son aquellos que no hicieron buenos actos. Ananda, este es el significado oculto de los actos de los Tathagatas; ¡es difícil de creer!, pero tú puedes concebirlo ahora, y de esta manera conoces ahora que todo lo que te he dicho tiene sus raíces en el poder de los Tathagatas.»
Dado que en las doctrinas budistas la mente es el generador de todas las ilusiones, y de las consecuencias kármicas derivadas de ellas, el contacto de nuestra mente a través de la recitación del mantram principal del Buda de la Medicina, y la visualización de los mandalas en los que aparece representado, afectaría nuestra conciencia ayudándonos a liberarnos y a evitar el dolor y el sufrimiento.
Desgraciadamente, este concepto que podría ser entendido como un «ejercicio de elevación de conciencia» y de purificación, se ha convertido hoy en día en una plegaria no muy lejana a los rezos del rosario y a los escapularios y fotos de santos tan conocidos en el mundo católico.
Símbolos del Buda de la Medicina
El Buda de la Medicina, llamado Bhaisajyaguru en sánscrito, Yakushi Nyorai (en japonés), Sangs-ryas (en tibetano), Sman-bla (en mongol), y Yao Shi Fo (en chino), reside en el Paraíso del Este, mientras que a Amitabha Buda le correspondería al Paraíso del Oeste, ambos están pues situados en los dos polos opuestos, aunque en realidad son el mismo.
Su cuerpo es de color azul celeste radiante. Su mano izquierda adopta el mudra de meditación, que representa la erradicación de las enfermedades y del sufrimiento: la realización de la verdad absoluta y por tanto la cesación del Samsara. Sobre su mano reposa un cuenco que contiene el elixir o néctar de la vida eterna.
Su mano derecha está extendida, con la palma hacia arriba, apoyada sobre su rodilla derecha en el gesto llamado «suprema generosidad». Sostiene en su mano la planta llamada mirobálano (prunus divaricata). Según la medicina tibetana, que reconoce solo tres tipos básicos de enfermedad cuyas raíces son: las pasiones, la violencia, y la ignorancia, éstas serían erradicadas por el fruto de este arbusto.
El árbol del mirobálano es descrito como verde, hermoso, dando contento al corazón y poder; su fragancia se extiende hasta el infinito y su luz ilumina la tierra y el cielo. Se trata del Cherry Plum, o la Moringa oleífera, mencionado también en el Libro de los Muertos Egipcio. Su nombre procede del griego murobalanos: (muron, perfume + balanos, bellota o almendra) Este árbol es una de las formas del «Nagavrksa» (literalmente «árbol-serpiente»), o del Árbol de la Sabiduría o Árbol Bodhi bajo el cual Buda obtuvo la iluminación. Sus representaciones nos muestran el fruto central y otras dos ramas a los lados, similar a la rama de avellano con las dos serpientes del caduceo de Hermes.
Así pues, vemos que los símbolos de la Medicina Budista, en su vertiente esotérica, son los mismos que aparecen en otras medicinas. La Salud, en su sentido último, es la curación de todos los males que nos encadenan a la rueda de la reencarnación. La conquista de la iluminación equivale a encontrar finalmente ese estado de Salud Perfecta. Por eso en el Libro egipcio de los Muertos, el osirificado repite “haberse liberado de los males”, “haberse vuelto sano”, “no estar ya más sujeto a la corrupción”.
Aspecto mágico-religioso
En el Sutra del Buda de la Medicina se recomienda una serie de ejercicios, de visualizaciones, de purificaciones previas, de oraciones y ofrendas al Buda de la Medicina, en caso de enfermedad.
Tal como Sócrates comenta en el Cármides, los médicos de Tracia, estimados como los mejores, le aconsejaron que nunca se debiera curar sin antes calmar y armonizar el alma. También le dijeron que era muy importante para ello las invocaciones, cantos sagrados, o encantamientos.
Platón también menciona en otros diálogos las purificaciones como factor muy importante en la medicina griega. Desde este punto de vista, lo que el Buda recomienda hacer es exactamente lo mismo, la idea general es que a través de la recitación de este Sutra – dado que en el se comentan todos los caminos que llevan a la destrucción del hombre – se induce a la meditación sobre las propias faltas, sobre los propios errores, obteniendo la seguridad de que si modificamos nuestra conducta hacia el bien, también cesará la enfermedad. La visualización, la repetición consciente de ciertos mantrams, las ofrendas realizadas en estado de pureza, ayudarían así a concienciar las raíces del mal, en lo moral y lo físico, y de forma indirecta produciría un beneficio en los pacientes.
Una vez más, las medicinas clásicas se relacionan con lo espiritual.
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