Sabiduría del Amor
Autor: Mª Dolores F.-Fígares
Solemos repetir que la palabra Filosofía significa amor a la sabiduría, la más clásica de las traducciones, que se atribuye a Pitágoras, como un testimonio de humildad, al no querer ser considerado como sabio, sino simplemente aspirante a la posesión del conocimiento de lo Bello, lo Justo y lo Bueno. La filosofía es así considerada como un camino, un recorrido por el laberinto de la vida, en busca de las claves sobre el sentido último de las cosas.
Pero también se nos ofrece, por parte de la gran sabia H.P. Blavastky, otra traducción de dicha palabra igualmente sugerente: Filosofía querría decir Sabiduría del Amor, teniendo en el Amor el mayor misterio digno de desvelarse, o incluso el gran secreto sobre el sentido de las cosas, tan buscado en la otra acepción de la palabra. Platón, en el Banquete, a través de la enigmática Diótima de Mantinea, sacerdotisa de Apolo, nos ofrece algunos rasgos sobre dicha sabiduría:
El poder del Amor se encuentra en que interpreta y transmite a los dioses las cosas humanas y a los hombres las cosas divinas.
Los que filosofan son los que se encuentran en el término medio entre sabiduría e ignorancia. El amor es filósofo, pues la sabiduría es una de las cosas más bellas y el Amor es amor respecto de lo bello, y de lo bueno
El objeto del amor es la posesión constante de lo bueno.
Los que lo persiguen (a lo bueno) tienen una acción propia: la procreación en la belleza, tanto según el cuerpo como según el alma. Por lo tanto, Amor de inmortalidad.
Todo en nosotros es cambio (en el cuerpo y en nuestra psique: se van renovando nuestras células, pero también nuestros temores, placeres, hábitos, costumbres, opiniones) incluso lo que conocemos, pues el olvido es el escape del conocimiento, hay renovación porque hay inmortalidad.
Estos breves apuntes nos pueden servir para valorar que la Filosofía nos lleva muy lejos, hasta descubrir en nosotros el Amor esa fuerza universal que mantiene las cosas unidas, lo que sería en definitiva su objetivo fundamental.
No está de más calcular los infinitos beneficios que traería para el mundo que fueran más numerosos los que filosofan, es decir, los practicantes de esa arcana sabiduría del amor. Todo sería más bello, más bueno, y los seres humanos, sin duda más felices.
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