Aunque no muy conocido, el bizantino Miguel Psellos (1018-1078) es uno de los personajes más sugestivos de la época medieval. Destacó en campos tan diversos como la política, la vida académica, reorganizando la universidad de Constantinopla.

Hombre de amplísima erudición, escribió múltiples tratados de casi todos los conocimientos posibles en su época y sobre todo fue un filósofo extraordinario que relanzó la filosofía clásica en pleno siglo XI. Su inspiración, aunque básicamente platónica, en realidad era ecléctica, bebiendo en fuentes muy diversas como el aristotelismo, el neoplatonismo o el estoicismo. Partiendo siempre de un acendrado racionalismo que le llevaba a oponerse a planteamientos supersticiosos o mágicos, pero que no obstante tenía que recurrir en ocasiones, como Platón, a la alegoría y el mito, fue capaz de crear toda una corriente que se prolongaría a través de Juan Italos, Miguel de Éfeso, etc., hasta los grandes platónicos del siglo XV Gemistos Pletón y Bessarión.

Aspectos biográficos

Nacido en 1018 en una familia de clase media de Constantinopla, realizó un brillante aprendizaje con maestros particulares como Juan Mauropus de Eucatia, pues la “universidad”, (fundada en el año 330 d. C. por el propio Constantino y que había sobrevivido al cierre de la academia platónica de Atenas en tiempos de Justiniano, con el exilio de numerosos filósofos a la corte persa de Cosroes) había sido clausurada durante el reinado militarista de Basilio II.

Fue precisamente su maestro quien le inculcó la pasión por los filósofos antiguos, en especial por Platón y Plutarco, así como la convicción de que existía una continuidad, y no una oposición, entre aquellos y el cristianismo. Trabajó como funcionario en la administración provincial y su gran erudición y brillantez le condujeron a su gran oportunidad cuando con 27 años fue designado por el emperador Constantino IX (1042-1055) para reabrir la facultad o Escuela de Filosofía de Constantinopla que junto con la Escuela de Derecho eran la base del relanzamiento de los estudios superiores.

Miguel Pselo
Miguel Pselo con su alumno Miguel VII Ducas

La organización académica que estableció, tomada del sistema de enseñanza escolástico, fue posteriormente imitada por las universidades occidentales que comenzaron a desarrollarse aproximadamente un siglo después y consistía en los clásicos estudios del trivium –gramática, retórica y dialéctica– como etapa preparatoria, seguidos del quadrivium –aritmética, geometría, música y astronomía–, como estudios científicos recomendados por Platón en el libro VI de la República. A partir de aquí se continuaban estudios superiores con la Lógica de Aristóteles, entrando por último en el estudio de la Filosofía en sí, entendida como complemento de todas las ciencias y como introducción a la Metafísica. Aquí la base volvía a ser Platón, acompañado de Plotino y Proclo. En todo momento se señalaba la importancia de estos antiguos filósofos, pero procurando remarcar que al ser precristianos en realidad constituían una especie de estadio preparatorio, casi una especie de cristianos inconscientes. Evidentemente en una época tan profundamente religiosa y especialmente marcada por las tensiones (recordemos que el Cisma de Oriente, es decir la división de la cristiandad en dos, la ortodoxa o griega dirigida por el Patriarca de Constantinopla y la católica o latina comandada por el Papa de Roma, se produjo justo en estos años, en 1054) y dado el enorme poder de la Iglesia, cualquier precaución era poca.

Miguel Psellos estuvo al frente de la Escuela de Filosofía durante varios años, propiciando junto con otros destacados personajes como Juan Sifilino y Constantino Leicudes un auténtico renacimiento de la ciencia y la cultura bizantina. Luego fue reclamado para las tareas de gobierno en las tormentosos décadas de l050 y 1060. Así, cuando una rebelión militar llevó al poder a Isaac Commeno, este nombró a Psellos y Leicudes para altos cargos en la administración imperial. Una de sus actuaciones más destacadas fue redactar el auto de procesamiento contra Miguel Cerulario, el patriarca de Constantinopla protagonista del Cisma, enfrentado ahora al nuevo emperador. Sin embargo su pronta muerte evito a Psellos el duro trance de acusar a un antiguo amigo.

Pero Isaac Conmeno gobernó muy poco y durante el gobierno de su sucesor, Constantino X Ducas la nobleza de funcionarios imperiales, entre la que destacaba Psellos vio reforzado su poder e influencia. Miguel Psellos fue nombrado logoteta, es decir el máximo responsable de la administración central bizantina, desempeñando el cargo brillantemente pese a la continua inestabilidad política interna, las amenazas exteriores y la decadencia económica. Precisamente su sustitución en dicho cargo desencadenó una serie conflictos económicos gravísimos. Murió en Constantinopla en 1078 cuando el Imperio Bizantino acababa de sufrir la tremenda derrota de Manzikerta (1071) frente a los turcos seléucidas y perdido el control de casi toda Anatolia.

Obras

Fueron muy abundantes y en campos muy diversos del conocimiento. En primer lugar es autor del considerado mejor libro medieval de memorias la Cronografía obra en la que recoge los acontecimientos de su época. De carácter matemático tiene unos comentarios a Euclides, y otros a la Aritmética de Diofanto, ambos poco originales. Otros tratados científicos versan sobre Propiedades de las piedras preciosas, Soluciones breves de problemas de física. Quizá uno de los más interesantes sea la Epístola sobre la Crisopeia, o transformación de los metales en oro.

Doctrina filosófica

Miguel Psellos consideraba que el hombre podía acercarse a la verdad, alcanzar la verdad por medio de la razón. La razón es el único medio que permite al hombre poder explicar los hechos. Intentaba encontrar en el pasado de la humanidad, sobre todo en las antiguas filosofías, los elementos para realizar una profunda síntesis. Creía que todos aquellos esfuerzos del pensamiento humano habían ido dirigidos hacia encontrar la verdad y la perfección, por tanto la búsqueda de los elementos comunes de aquellas diversas búsquedas proporcionaría una buena base para la propia indagación. Su esfuerzo verdaderamente ecléctico partía de las múltiples vías del conocimiento para intentar llegar a una síntesis o integración armónica de todos ellos. Afirma «Resulta que yo soy, hecho de muchos. Si alguien lee en efecto más libros, vera salir muchos hombres de una misma raíz».

Este eclecticismo explica algunas de las contradicciones aparentes de la vida y la obra de Miguel Psellos (en todo caso, dicha síntesis incluye integrar la contradicción), como por ejemplo el hecho de que propugnando la contemplación y la vida interior sin embargo era un hombre de acción y de gobierno que participó activamente, como hemos visto, de todos los grandes acontecimientos de su tiempo. Por otro lado era un racionalista implacable pero al mismo tiempo consideraba la razón como una plataforma o base para una expansión de la inteligencia más intuitiva o mística que estrictamente racional…

¿Cómo hacia compatible su racionalismo con una fe revelada como el cristianismo? Considerando que Dios es el principio de todo y que todo lleva a Él, pero entre el Creador y sus criaturas se encuentra la naturaleza. «Es como la mano de la causa primera que, por medio suyo, permaneciendo ella misma inmóvil, rige las cosas de aquí abajo». «La naturaleza es una fuerza invisible a los ojos aprehendida por la inteligencia, diseminada por Dios en todos los cuerpos, principio del movimiento y del reposo». Todo tiene su causa, su razón de ser, pero el hombre no puede conocerlo todo. La propia sustancia de Dios escapa a la naturaleza de nuestra razón. Y por otro lado nuestra propia razón solo actúa con eficacia dentro de ciertos límites.

Miguel Psellos intentó realizar una síntesis filosófica nueva entre los Padres de la Iglesia y los filósofos clásicos. Para él la filosofía no es sino la búsqueda de la verdad y nos permite conocer el orden que rige la naturaleza. La influencia que Miguel Psellos ejerció sobre la filosofía medieval fue extraordinaria y a través de Gemistos Pletón alcanzó de forma decisiva al Renacimiento italiano.