Comienzo de Curso
Autor: M.ª Dolores F.-Fígares
El otoño del hemisferio Norte nos trae invariablemente un nuevo ciclo marcado por el comienzo de curso. Mientras que en las sociedades rurales son las labores del campo las que marcan los signos de las estaciones, en la nuestra, más urbana y presuntamente ilustrada, otoño significa el inicio o la reapertura del curso que de una manera o de otra nos convoca a todos, seamos o no estudiantes o docentes.
Es tiempo para pensar en nuestra formación, tengamos la edad que tengamos, independientemente de nuestra mayor o menor preparación profesional. La formación es una tarea que debe durar toda la vida, pues siempre podemos aprender algo nuevo, desarrollar habilidades dormidas, canalizar inquietudes o inclinaciones.
La oferta de medios formativos es casi ilimitada, en todos los ámbitos imaginables, y este tiempo otoñal estamos rodeados de las más variadas propuestas. Se impone la necesidad de seleccionar de acuerdo con las prioridades y los objetivos vitales que nos vamos marcando, de tal manera que saber identificar nuestras necesidades de formación precisa una reflexión sobre las metas que nos proponemos alcanzar en la vida, o al menos en este nuevo ciclo que tenemos por delante.
Dedicar tiempo y energías a nuestra formación es el mejor propósito para este otoño que nos invita ya al recogimiento y la meditación. En el fondo se trata de saber más sobre lo necesario, de llegar un poco más lejos en nuestras experiencias vitales, superando impotencias y miedos.
Esta estación, que sabe mostrarnos quizá mejor que las otras el paso del tiempo y la caducidad de las cosas, puede ser la ocasión propicia para emprender una nueva aventura de conocimiento y de búsqueda que nos haga un poco mejores y más libres.
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