LA PIRAMIDE DE MASLOW

DOLORES VILLEGAS

A través del estudio comparativo que han realizado grandes pensadores como Jung o Mircea Eliade, constatamos que existieron técnicas para iniciarse en la sabiduría en todos los antiguos pueblos, y métodos de transmisión de la misma que, al girar de los tiempos, hemos perdido u olvidado por el cambio de intereses y perspectivas en el hombre.

Sin embargo, pensadores de avanzada de hoy, a través de una investigación seria y profunda, vuelven a arribar a las mismas costas de lo esencial.

La pirámide de Maslow

Abraham H. Maslow, creador de la psicología humanista y eminente psicólogo de este siglo, nos expone las características de la propia autorrealización según su sistema.

Parte de la idea de que el hombre tiene una serie de necesidades básicas y metanecesidades (pirámide de Maslow), que motivan sus comportamientos y, por tanto, según las que prevalezcan, así será la conducta, valores y realización de la persona.

Estas van desde el alimento, la seguridad, el afecto, el respeto y la autoestima hasta la autorrealización. Nos explica que muchas personas, al cubrir solo las necesidades inferiores, de supervivencia y afecto, no se realizan plenamente, y de ahí derivan todo tipo de problemas que resume en la palabra enfermedad, puesto que para Maslow la salud es pleno desarrollo personal, y la enfermedad, desequilibro o déficit en el mismo.

Maslow afirma que no solo necesitamos vitaminas y minerales para nuestra salud, sino que otros aspectos del hombre necesitan sus vitaminas para su desarrollo pleno, como la vivencia y práctica de valores éticos que actualicen y desarrollen nuestra naturaleza interior, cultivándola. Eso sí, considera que se requiere disciplina para revelar o actualizar nuestra naturaleza interior.

En todo este proceso no descarta circunstancias difíciles, frustraciones, privaciones, dolor, que harán aflorar fuerzas dormidas o sencillamente seguridad y fuerza interior si las resolvemos y enfrentamos con valor. Quien no ha resistido o superado la adversidad sigue dudando de su propia capacidad de hacerlo, nos dice. Además de una buena alimentación para el cuerpo físico, y una vida afectiva sana para nuestra psique, necesitamos darle medios de expresión a nuestra naturaleza superior para que actúe como principio rector de nuestra vida. Si se niega o intenta abolir este núcleo esencial, la persona enfermará.

Para el autor la enfermedad no solo es física, sino psicológica, mental, del alma. Maslow afirma que la carencia de valores humanos como guías y motivadores de la conducta da como resultado enfermedades o metapatologías, que son disminuciones de lo humano. Ejemplo de algunas de ellas serían la pérdida del entusiasmo por la vida, el sinsentido, el aborrecimiento, la indiferencia, la apatía, el fatalismo, el vacío existencial, la desacralización de la vida, la aridez, la ineficacia, la sensación de ser inútil, la desesperación, las dudas fundamentales, la angustia, el cinismo, la futilidad, la destructividad, etc.

Autorrealización

Podemos reconocer a las personas autorrealizadas por las siguientes cualidades: son altruistas, trascendentes, solidarias, responsables, sociales. Tienen una percepción superior de la realidad, espontaneidad, creatividad, y no dependen de la opinión ajena. Les determinan las leyes de su propia naturaleza interior y son personas maduras interiormente.

Por el contrario, las personas que no salen del círculo de sus necesidades básicas estarían en un estado patológico que Maslow define como niñez.

Las personas sanas, maduras, se sienten motivadas, principalmente, por tendencias hacia la autorrealización y por sus capacidades y potencialidades: talento, misión, vocación, destino, conocimiento de sí mismos, tendencia a la unidad, solidaridad, integración, defensa de los valores supremos. La necesidad y el deseo prosiguen, pero en un nivel más alto.

Siempre siguiendo a Maslow, definimos también diferentes grados o escalas de placer y de amor.

En el placer tenemos:

1- El placer de la escasez: una vez que se sacia esta necesidad, se produce un alivio de la tensión; este placer es poco estable y duradero. Surge de la escasez o necesidad satisfecha.

2- El placer superior de la producción, creación y profundización: cuando se realiza, genera éxtasis y serenidad. Surge de la plenitud o el deseo de dar.

En el amor tendríamos:

1- El amor de ser: es un amor altruista, donde lo importante es dar; no es posesivo, es admirativo, agradecido, nos hace crecer. Se puede comparar a la experiencia estética o mística. Tiene efectos profundos y amplios en la persona, y resulta una experiencia elevada y rica.

2- El amor deficitario; es un amor egoísta que surge de la carencia, de la necesidad de recibir; puede ser satisfecho, pero produce ansiedad y hostilidad como consecuencia de nuestra dependencia.

El primero es más independiente, menos celoso, menos temeroso, más desinteresado, más generoso. Se esfuerza en ayudar al otro en su autorrealización.

Metanecesidades o valores supremos

Cuando la persona se ve impulsada solo por la urgencia de las necesidades básicas, se siente en desequilibrio y es dependiente del medio o de otros, a quienes necesita para cubrir sus carencias; de ahí surgen miedos, angustias, ambiciones y luchas.

Si se ve impulsada primordialmente por las metanecesidades o valores supremos, se ve impelido a superarse, a crecer, a resistir la adversidad, a luchar por causas elevadas y justas, por la defensa de lo bueno y lo bello. Es como si los valores supremos tuvieran una especie de unidad, y cada valor particular fuera como una faceta de ese todo. Las personas autorrealizadas están especialmente motivadas, las impulsan valores supremos o metanecesidades. Y los defenderán apasionadamente, porque se han llegado a identificar con ellos y conocen sus beneficios a todo nivel.

Cuanto más próxima se encuentra la persona a la autorrealización o plena humanidad, más probable es descubrir que su trabajo está metamotivado, y no únicamente motivado por las necesidades básicas de supervivencia. Para las personas más evolucionadas, buscar la justicia, la verdad, la bondad, la belleza, es más importante que buscar la seguridad económica, la admiración, la posición social, el prestigio. Para ellas, los mayores placeres se hallan en satisfacciones transpersonales, más allá del egoísmo, como por ejemplo, ver que se cumple lo que es justo, realizar un trabajo eficazmente, hacer progresar la verdad, compensar la virtud, denunciar el mal, hacer el bien. Tienen el sentido de nobleza obliga. Disfrutan completando y propiciando la felicidad. Son generosos. El misterio les resulta atractivo. Disfrutan ayudando a la autorrealización de otros. Les causa gran placer conocer personas honestas, valerosas, admirables, eficaces, rectas.

Expone el autor de La personalidad creadora que en el ser humano hay dos sistemas de fuerzas; uno que se aferra a la seguridad, tiende a defenderse por miedo y a retroceder al pasado. Asustado de correr riesgos, temeroso de perder lo que posee, le asusta la independencia, la libertad y la separación del colectivo.

El otro sistema de fuerzas empuja hacia la totalidad y la unicidad del yo con el Todo, hacia el funcionamiento pleno de todas las capacidades.

Afirma Maslow que el conocimiento hace a la persona más sabia, rica, fuerte, evolucionada, madura. Todo lo que aumenta el temor reduce nuestro impulso a conocer, y todo lo que permite la valentía libera nuestras necesidades de conocer.

La práctica del conocimiento nos va otorgando la verdadera libertad de miedos, ignorancias, dependencias, desequilibrios. Es necesario ejercitar el valor de conocer, ampliar nuestras perspectivas e intereses y cultivar otros aspectos de nuestro ser y necesidades para desarrollarnos plenamente como seres humanos. Como siempre, la solución a nuestros problemas comienza por una educación integral, que posibilite al ser humano su autorrealización plena como tal, acercándole a ese centro de poder que todos tenemos en nuestro interior.