En este otoño que se inicia, por todas partes se nos invita a participar en las más variadas propuestas que mejoren nuestra formación en los diversos campos de actividad. Parece como si un cierto espíritu de comienzo de ciclo trajera aparejada la necesidad de mejorarnos en algún sentido, de ahí las ofertas que nos llegan a dar ese paso de incorporar una nueva habilidad, una nueva destreza que nos haga más competentes y preparados para la lucha por la vida.

Es cierto que el tiempo produce cambios incesantes y la necesidad de sobrevivir nos impulsa a adaptarnos a las nuevas exigencias, por la vía de la adquisición de conocimientos, que nos hagan más aptos. Pero no debemos olvidar esas otras necesidades del alma, que nos impulsan a buscar el sentido de las cosas, a aprovechar el caudal que la vida nos ofrece por medio de las oportunidades. Para ellas también debemos prepararnos y dedicar una parte de nuestro esfuerzo por sobrevivir a hacerlo también en el mundo del espíritu, que es donde se encuentran muchas respuestas y claves ocultas de nuestros anhelos.

En este sentido, nuestra propuesta es recurrir a la Filosofía, como hilo de Ariadna que nos ayudará a salir del laberinto, como herramienta para cavar nuestro propio laberinto interior y descubrir cualidades que estaban latentes en nosotros y el lazo que relaciona entre sí a todos los saberes. Como un activador interno, la Filosofía tiene la cualidad de mejorarnos en todos los aspectos, desde los más abstractos a los más prácticos y concretos, pues nos prepara para la vida. Esa formación, tan necesaria hoy en día, encuentra en la Filosofía una de las mejores opciones y quizá la más completa. De ahí los cursos que en todas las sedes de Nueva Acrópolis, se han programado, como un camino abierto para los buscadores.