Antes de comenzar a hablar del papel que debería ejercer el arte en la educación, necesitamos preguntarnos sobre algunos conceptos.

¿Qué es la belleza? Cuando pensamos en belleza normalmente aparecen en nuestra cabeza imágenes de cosas materiales. Asociamos la belleza a algo físico, tangible. Además, podemos decir que cada uno puede tener un canon diferente de belleza; pero realmente esa no es la belleza que está asociada con el arte, el verdadero arte.

Capilla de VenceLa belleza, esa que nos conmueve, ya sea al observar una pintura o escultura, escuchar música e incluso ante un pequeño gesto por parte de otro ser humano, es una búsqueda constante de aquello que nos falta, que amamos y anhelamos atrapar precisamente porque sentimos que no lo poseemos en nuestro interior.

Olvidamos la belleza hasta que la encontramos de nuevo, y descubrimos, asombrados, que esa búsqueda siempre estuvo dentro de nosotros. Solo hizo falta que otros nos la recordasen. Es algo tan sutil que no acertamos a darnos cuenta. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano quiere plasmar, hacer física esa esencia invisible que no llega a entender, pero que nos hace sentir completos. Cuando por fin logramos atraparla durante un instante, estamos ante la belleza.

El arte es un sendero que nos guía y nos ayuda a atrapar, aunque fugazmente, la belleza. Por eso, el verdadero arte es atemporal, y siempre crea en el interior de cualquier ser humano un reconocimiento de aquello que buscamos y no conseguimos acertar a poner nombre. Según la sensibilidad y experiencias, iluminará una parte u otra de nuestro interior, conectándonos con algo más elevado y sublime que nosotros mismos.

El arte trata de la armonía, de la capacidad de acercarnos a otros mundos a los que quizá aún no tenemos acceso; pero que, dentro de nosotros, al verlos delante, reconocemos como propios. Aquellos seres humanos que tienen la capacidad, no solo de verlos, sino de plasmarlos y ofrecerlos al mundo, comparten con nosotros algo de esa armonía perdida que crepita dentro de todo corazón humano. Son como brasas de un fuego antiguo que desconocemos que poseemos; pero, al aparecer ante nosotros, el alma reconoce como propio.

Es difícil para nosotros, pequeños humanos, llegar al verdadero arte, aquel que está conectado con lo superior, con la auténtica belleza, con lo bueno y lo justo que habita en el universo; pero el hecho de vislumbrar un camino hacia ello, nos hace salir de nuestra pequeña burbuja de egoísmos y adentrarnos en otros aspectos de la realidad, reflexionar sobre el mundo y sobre nuestro papel a desempeñar en el momento que nos ha tocado vivir.

Quizá es bueno volver a hablar de ello. Volver a sacudirnos, salir de nuestra apatía rellena de algodón y alimentar las brasas de nuestro interior. Posiblemente el único medio ante nuestra propia mortalidad sea la búsqueda constante de la belleza, y el arte es un buen camino para empezar.

Pero ¿y la educación? ¿Qué es realmente? La palabra educar procede de “educare”, que significa conducir de dentro a fuera. Por lo tanto, la educación debería aportar el conocimiento y las herramientas que permitan al ser humano descubrir su esencia. Y esto no es posible sin un camino que le lleve al centro mismo de su ser. Hoy en día se ha perdido esa referencia de lo interno, y los hombres y mujeres se identifican únicamente con sus emociones, sus procesos mentales y su cuerpo, olvidando lo que bulle dentro: esa esencia que está íntimamente relacionada con esa búsqueda incesante de la belleza, de aquello que nos falta y anhelamos.

Por lo tanto, el arte debería ser un pilar fundamental en la educación de todo ser humano. Ya que el arte nos obliga a mirar nuestro interior, a sacar de dentro, a crear belleza y plasmarla en el mundo. Y hoy en día… ¡estamos tan necesitados de belleza! Esa belleza que conmueve y es entendida en cualquier lugar del mundo, porque nace del corazón que busca y da lo mejor que posee, incluso en medio del dolor.

Tenemos infinidad de ejemplos que nos hablan no solo del arte como vehículo de aprendizaje, sino como un medio para ser mejores y poder enfrentarnos a nuestros miedos y dolores:

José Luis Borges padeció una ceguera total a los 55 años y, sin embargo, no renunció a escribir y siguió dando conferencias. Así comienza su “Poema de los dones”:

“Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.”

Henri Matisse diseñó la capilla del Rosario de Vence desde una silla de ruedas, y él mismo comentaba: “A través del arte podía escapar del terrible agotamiento físico”.

Frida Kahlo halló, a través del arte, la manera de superar no solo sus dolores y miedos, sino de conectar con los demás. Inspirada en Frida, Rebecca Katherine Martin escribió:

“Yo solía pensar que era la persona más extraña en el mundo, pero luego pensé: hay mucha gen- te así en el mundo, tiene que haber alguien como yo, que se sienta bizarra y dañada de la misma forma en que yo me siento. Me la imagino, e imagino que ella también debe estar por ahí pensando en mí. Bueno, yo espero que si tú estás por ahí y lees esto sepas, que sí, es verdad, yo estoy aquí, soy tan extraña como tú”.

Beethoven en su testamento hablaba de cómo el arte le ayudó a salir adelante, a sobreponerse en sus peores momentos. Y su música es perfecto reflejo de esas palabras, porque ¿quién no puede conmoverse, sentirse unido a lo mejor de la humanidad oyendo alguna de sus obras?

Estos son solo algunos ejemplos. Si indagamos entre escritores, músicos, artistas que consideramos realmente grandes, descubrimos cómo a través del arte han hallado un camino interior que poder compartir con toda la humanidad. Es cierto que no todos podemos escribir música como Beethoven, hacer cuadros como Frida o escribir como Borges; pero, gracias al arte, si somos educados con él, podemos lanzar al mundo nuestras mejores melodías y compartirlas con los demás.

A veces, pueden ser en forma de cualquiera de las denominadas artes; pero muchas veces son pequeños gestos que hacen nacer en nosotros el arte. El arte no deja de ser, finalmente, un medio para intentar mostrar nuestro amor que, siendo conducido de dentro hacia fuera, puede ayudarnos a crear un mundo un poco más bello y armónico.

Así pues, el arte, a través de una correcta educación, puede potenciar las mejores cualidades del ser humano y despertar al alma dormida de la sociedad.

Por este motivo, quizá es hora de que aunemos nuestros esfuerzos para recibir una verdadera educación en la que el arte esté presente en nuestras vidas y nos dé la oportunidad de ser mejores.