La globalización y la muerte de las ideas
Autor: Javier Ruiz
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En el libro escrito por el viajero inglés del siglo XIX George Borrow, la Biblia en España , en el que nos cuenta las vivencias y aventuras que sufrió en nuestra tierra, nos dice las vicisitudes que pasó en un viaje en diligencia de Madrid a Sevilla, durante una semana. Hoy en día ese viaje se puede hacer en vehículos propio en menos de 5 horas, en tren AVE en menos de 3 y en avión en menos de 1 hora…
Podemos constatar entonces, una increíble mejora en las comunicaciones, lo que para un hombre de la Edad Media sería cosa de brujería. Esto, naturalmente, ha provocado un cambio cultural e ideológico. Las consecuencias del cambio las conocemos como globalización.
¿Qué es la globalización? Como todas las cosas importantes de la vida, es muy difícil definirla con palabras. Es más fácil acercarnos a ella a través de sus efectos. La globalización provoca que en todo el mundo se beba Coca-Cola, se vistan pantalones vaqueros, se coman hamburguesas. Hace que la parte moderna de las ciudades sean tan parecidas, con su monotonía aséptica y gris. Provoca la pérdida de vocabulario en muchos habitantes, sustituyéndolo por un lenguaje mediocre y pobre, poblado de anglicismos innecesarios. Es la causa indirecta del deterioro familiar, laboral y social.
El cambio tecnológico
A finales de los 70 y principios de los 80, cuando estaba naciendo la revolución informática, muchos pensadores y politólogos auguraron el nacimiento de una nueva edad de oro; puede leerse en el libro clásico y póstumo de Marshall McLuhan, La Aldea Global; gracias al avance ofimático y robótico la jornada laboral pasaría a ser de 4 horas diarias, el hombre dispondría de gran cantidad de tiempo libre, con lo cual una de las principales industrias sería la del ocio, surgirían gran cantidad de artistas, de nuevos artesanos, de científicos aficionados… La mejora y el abaratamiento de las comunicaciones mejoraría el comercio, las relaciones humanas; la red de satélites alrededor del planeta permitiría un contacto simultáneo entre casi todos sus habitantes, dando nacimiento a la conciencia planetaria. Los resultados de tal sociología-ficción están a la vista. Casi nada de lo que se predijo se ha vuelto realidad, sobre todos los cambios sociales. Se ha olvidado que el avance tecnológico no provoca necesariamente un avance humanístico: hoy los medios de comunicación han mejorado muchísimo, pero la comunicación en sí no. Enviar un e-mail a un amigo no es relacionarse con él. Chatear a través de Internet o a través de un teléfono móvil no implica conocer su vida, sus sentimientos, sus pensamientos. Es cierto que siempre, desde que la Humanidad conoce la escritura se han escrito cartas, pero actualmente la preponderancia de los medios de comunicación es tan grande que condicionan las relaciones humanas; el medio está dominando sobre el fin.
La búsqueda de la comodidad material a cualquier precio, del tener cada vez más, de poseer cada vez mejores coches, electrodomésticos, nos ha convertido en esclavos y ha hecho que se destruya el mundo laboral; los resultados de una encuesta en EEUU, la meca de la modernidad, son concluyentes: el americano medio trabajaba en 1993 una jornada semanal media de 43 horas, mientras que en 2001 dicha jornada había aumentado a 51 horas. Los mecanismos de protección social y laboral están desapareciendo en todo lo que se conoce como las naciones del primer mundo, y aparece un nuevo tercer mundo en los barrios pobres de las principales ciudades del mundo. Naturalmente, la pérdida de la confianza en la modernidad y en la bondad del desarrollo tecnológico está fracturando psicológicamente al individuo; la depresión, las paranoias y el suicidio están aumentando de manera exponencial. La búsqueda del placer y la diversión fácil para ahogar la soledad están a la orden del día.
El núcleo tradicional familiar ha sido roto. Es bueno que la mujer se haya incorporado al mundo laboral, pero el deterioro de las condiciones de trabajo ha hecho que para muchas de ellas sea heroico el tener que educar a sus hijos. Hoy los niños son criados y educados en guarderías, con las abuelas, a través de la TV. Se están introduciendo en el mundo de los adultos antes de tiempo. Naturalmente eso provoca una fractura psicológica, y vemos como aumenta la violencia infantil y la rebelión contra todos y contra todo.
La Nueva Edad Media
La aplicación de la ley del más fuerte a escala planetaria hace que estemos entrando en una nueva era, que pensadores como Alain Minc y Umberto Eco han llamado la nueva Edad Media. Una Edad Media que, amparada en la Aldea Global, está tomando proporciones planetarias. El terrorismo internacional cada vez es mayor, ya que es la única solución que perciben muchos pueblos oprimidos bajo la bota de la violencia económica o política. Cuando el ser humano sufre violencia, responde devolviéndola. El terrorista es un ser humano desesperado, sin raíces, que busca hacerse notar a cualquier precio.
Todas las ideas políticas han desaparecido del mundo público. La barbarie se está adueñando del mundo. Hoy las multinacionales son más poderosas económicamente que muchos países. Como lo que manda en ellas es el neoliberalismo, la búsqueda del beneficio económico a cualquier precio, los países tienen que favorecer sus intereses si no quieren verse castigados con una fuga de capitales, como recientemente lo hemos visto en Argentina, que tuvo que declarar el «corralito» entre sus ciudadanos si no quería perder todo su capital. Todo esto hace que las fronteras tradicionales se estén diluyendo, dando nacimiento a nuevos grupos de países, como la UE, unión sólo a nivel económico, con moneda común, libertad de circulación de mercancías y personas, pero muy poca política común real que supere lo meramente económico. Tradicionalmente los países no se formaron así. El caso de EEUU es típico. Los diversos estados se unieron en un Ideal común, y luego se fomentó la unión económica, pero no al revés.
Lo positivo de la globalización
Es importante tener en cuenta que la globalización es un arma de doble filo. No es mala en sí, sino que depende del uso y de la finalidad que se pretenda con ella. Lógicamente la mejora en los transportes y las comunicaciones ha permitido un mayor flujo de información entre todos los seres humanos, y eso es muy bueno, siempre que podamos asimilar lo que recibimos y no se caiga en la saturación informativa. Como ejemplos pueden servir el conocimiento de antiguas culturas y tradiciones, como las nuevas medicinas, la acupuntura, el Taichi, las tradiciones culturales africanas, etc. La masiva publicación de libros y cuadros ha hecho que imágenes como la Mona Lisa, de Leonardo, o la Primavera, de Botticelli, sean familiares a todos los seres humanos. En un mundo como el nuestro, casi se puede decir que el que no conoce es porque no quiere, por los menos en las principales ciudades del mundo, aunque sea una paradoja el aumento cada vez mayor de analfabetos en el mundo. La globalización ha permitidos el auge y coordinación del voluntariado a nivel mundial, y los ciudadanos tienen una nueva y naciente conciencia ecológica del daño que se está haciendo al planeta y al hombre mismo. Los movimientos antiglobalización, gracias a esa nueva conciencia, están a la orden del día.
Pensemos también que la globalización no es un fenómeno nuevo en la historia de la Humanidad. Parecida revolución cultural y comunicativa se produjo cuando la invención de la imprenta a mediados del s. XV. Las ideas renacentistas se difundieron por toda Europa con gran rapidez. Permitió el acceso a la cultura a la nueva burguesía. Otra forma de globalización también se produjo durante el Imperio Romano, ya que a través de las vías romanas pudo difundirse la cultura grecolatina por toda Europa y la cuenca del Mediterráneo. Con los grandes viajes náuticos del s. XVI y XVII se descubrieron continentes, se reanudó la comunicación entre todos los pueblos del globo, y se reactivó el comercio y la cultura. Por la ruta de la seda circularon mercancías, pero también ideas. Quizás la principal diferencia entre aquellas globalizaciones y la nuestra es que en la que estamos viviendo se da mucha importancia a lo económico y muy poca a los valores humanos. Aquellas fueron fuente de cultura y civilización, la nuestra es, de momento, un signo de barbarie económica, debido a la muerte de las ideas.
Algunas soluciones
Ante todo, no caer en la apatía ni en la comodidad de no arriesgar nada. Si el movimiento feminista no hubiese afrontado la burla y las injurias de la sociedad de finales del siglo XIX y principios del XX, hoy en día las mujeres no tendrían derechos laborales, ni podrían votar, ni tendrían derecho a poseer bienes personales a su nombre. Si Martin Luther King se hubiese quedado cómodamente sentado en su casa hoy la comunidad negra en EEUU seguiría discriminada. Sin los movimientos laborales y sindicales del siglo XIX los trabajadores hoy en día no tendrían derechos.
Es necesaria una mayor implicación social. La democracia no es sólo poner un sobre en una urna cada x años. Si entendemos democracia por poder del pueblo, es el pueblo el que debe hacerse un sitio en la sociedad, el que debe hacerse oír y saber actuar; para esto es esencial la educación. Y el pueblo somos todos. No podemos esperar que nos lo den todo hecho. Hemos de recuperar la iniciativa. La mejor manera de tener la iniciativa es tener una idea muy clara de lo que es el Ser Humano, de cuál es su sitio en la sociedad y en la naturaleza. Hace 2500 años Sócrates hizo suya una frase inscrita en el templo de Apolo en Delfos. Conócete a ti mismo debe ser nuestra divisa. No es suficiente con protestar individual o colectivamente. Debemos potenciar la cultura, debemos conocer la historia para extraer de ella los valores humanos que dignifiquen al individuo y lo liberen de la esclavitud psicológica a la que hoy está sometido. Tenemos que dejar de ser masa, de refugiarnos en la masa, y tratar de cambiarnos a nosotros mismos primero si realmente queremos cambiar el mundo, y tener el derecho moral de hacerlo.
Fco. Javier Ruiz
Bibliografía:
- La Aldea Global (Marshall McLuhan)
• El beneficio es lo que cuenta (Noam Chomsky)
• Mentalidades ocultas y científicas en el renacimiento.(Brian Vicker)
• Apología de Sócrates, La República (Platón)
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